En estos tiempos de crisis, su trabajo ha resultado fundamental para mantener las esperanzas y las expectativas de cientos de personas y de familias que se han visto acuciadas por el desempleo, las dificultades para acceder a la vivienda o, simplemente, para subsistir en el día a día. En el ámbito sanitario o sociosanitario, la aportación de estas ONG se hace notar de forma especial.
Algunas de ellas llevan muchos años, incluso varias décadas, asumiendo un papel fundamental en la atención a los colectivos más necesitados. Su ejemplo y su perseverancia constituyen un modelo a imitar por toda la sociedad, y, al mismo tiempo, el hecho de que sean tantas, y con grado tan elevado de solvencia, las ONG que operan en Baleares resulta particularmente elocuente en cuanto a la generosidad y el espíritu solidario de los hombres y mujeres de esta tierra.
Sin embargo, aun apreciando por igual la tarea que desarrollan todas estas entidades, cada una en su ámbito de actuación, hoy queremos dedicar estas líneas de opinión a una asociación creada recientemente y que, en este corto espacio de tiempo, ha logrado llevar adelante proyectos e iniciativas de indiscutible valor y proyección en el campo sociosanitario.
Nos estamos refiriendo a ‘Na Marga Somriu’, que está desplegando una ingente actividad en el terreno de la amenización de los centros hospitalarios con la finalidad de convertir en más cómoda y más llevadera la estancia de los pacientes pediátricos.
A lo largo de los últimos números de Salut i Força, les hemos mantenido al corriente de algunas de las actuaciones propiciadas por los voluntarios y simpatizantes de ‘Na Marga Somriu’. Su esfuerzo, movido únicamente por el altruismo y el amor al prójimo, está permitiendo que niños y niñas ingresados en el centro hospitalario de referencia en Baleares, Son Espases, así como sus padres y familiares, tengan momentos de consuelo y de esperanza. ‘Na Marga Somriu’ es, además, una iniciativa espiritual. Porque, en realidad, su principal punto de referencia ya no está entre nosotros. O, al menos, no lo está físicamente.
La muerte, en plena juventud, de Marga Cañellas nos privó, hace unos años, de la presencia de una persona inimitable. Cariñosa, tierna, siempre positiva, incluso en los peores momentos de su dolencia, Marga Cañellas conservó la sonrisa en todo momento, una sonrisa peculiar, intransferible, que solo podía tener lugar en su rostro y en su gesto.
De ahí que los impulsores del proyecto se decantaran por este nombre para denominar a la nueva ONG, ‘Na Marga Somriu’, ya que, en efecto, la sonrisa de Marga era tan única que su grandeza es capaz de acoger, espiritualmente, iniciativas tan necesarias y valiosas como la que comentamos.
Donde quiera que esté, ahora Marga sonríe con más intensidad que nunca al comprobar que la semilla de generosidad que sembró en vida se ha convertido en un inmenso jardín repleto de solidaridad y amistad. Su obra continúa, a través de esta ONG y de la gente que hace posible su funcionamiento, y con Marga, y su sonrisa, eternamente presentes.