Se calcula que casi 4 de cada 100 pacientes no son capaces de terminar una prueba de resonancia magnética (RM) por claustrofobia, es decir, miedo a los espacios cerrados. Así lo asegura el informe Variación interétnica en la prevalencia de la claustrofobia durante Resonancia magnética en el Hospital General de Singapur: ¿ayuda un escáner de RM de mayor diámetro?
Este estudio ha sido elaborado, entre otros, por Salem Ah Sing Kog, del Departamento de Radiología Diagnóstica en el centro hospitalario en el que tuvo lugar el estudio. La RM es un sistema de diagnóstico por imagen que suele realizarse con equipos en los que el paciente es introducido con una camilla en el interior de una máquina, en un espacio estrecho y quieto.
En esa situación debe permanecer, como mínimo, unos 40 minutos, acompañado de un sonido fuerte y bastante molesto. Esto supone un problema para niños y pacientes con problemas de obesidad y/o movilidad. De hecho, en algunos de estos casos es necesario sedar al sujeto, lo que supone un riesgo para la salud.
El 5,4% de todas las pruebas de RM están destinadas a pacientes pediátricos, que en función de su edad deben ser sedados para evitar que se muevan y conseguir que el resultado de la prueba sea el adecuado. El 64,6% de las sedaciones con ketamina fuera del quirófano notificadas al Pediatric Sedation Research Consortium de EEUU están relacionadas con procedimientos radiológicos.
Todos estos datos muestran muchas de las problemáticas que plantean las RM cerradas en determinados pacientes, que pueden solucionarse en la mayoría de los casos utilizando un equipo de RM abierta, cada vez más frecuentes en los centros médicos. Esta alternativa aporta resultados muy similares de una forma más cómoda y poco invasiva.
Además de dar un mejor servicio a los menores de 12 años, que suponen el 11% de la población española, y a las personas con claustrofobia, unas 3,8 millones, las resonancias abiertas tienen otros muchos beneficios. Por ejemplo, su consumo de energía anual es mucho menor, así como su impacto medioambiental.
Según datos de Fujifilm Healthcare, los equipos abiertos consumen 23.700 kW/h y producen 6.283 kilogramos de CO2 de emisiones anuales; mientras que los cerrados rondan los 110.400 kW/h de consumo energético y se acercan a los 30.000 kilogramos de CO2 de emisiones al año.
Gracias a los nuevos softwares que se están incorporando en estos equipos de alto campo, de inteligencia artificial y de image intelligence, las imágenes que se consiguen del interior del paciente son cada vez mejores, con una calidad elevada. A ello se añade que son mucho más ágiles, reduciendo el tiempo de realización a la mitad de lo que se tarda en una resonancia magnética cerrada.
Cada estudio tarda en realizarse unos 20 minutos, consiguiéndose así un mayor acceso y un mejor aprovechamiento de este recurso. “Hemos medido el ruido y la resonancia abierta aporta nuevas mejoras ya que produce un 30% menos que la cerrada, unos 70 decibelios frente a 100”, comenta Pedro Mesquita, director general de Fujifilm para España y Portugal.