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Dra. Esmeralda Rubio, de Juaneda Hospitales: «Saber leer las etiquetas de los alimentos debería ser una asignatura obligatoria»

«Saber leer las etiquetas de los alimentos debería ser una asignatura obligatoria». Son palabras de la Dra. Esmeralda Rubio, especialista en aparato digestivo de la Red Asistencial Juaneda. Aprovechando la celebración del Día Mundial de la Salud, celebrado el pasado 7 de abril, a nivel mundial y a instancias de la OMS.

La doctora insiste en que «aprender a leer etiquetas y la educación alimentaria, deberían ser asignaturas obligatorias». Y es que, según muchos médicos, la herencia alimentaria y la costumbre española en cuestiones tan normales como una cita diaria con el baño llegan a causar pudor y hasta vergüenza… y problemas de salud.

Cuando una persona sabe, de verdad, leer una etiqueta, no se queda con el letrero de “light”, “integral” o “cero-cero”. Según explica la Dra. Rubio, «la etiqueta de 00 no hace que el refresco sea sanísimo: lleva edulcorantes, gasificantes… una cantidad de porquería que no le hace ningún favor a nuestra salud».

Y es que «a lo mejor no engordan tanto como las alternativas, pero son ingredientes nocivos para la salud». En este sentido, los nutricionistas son los grandes aliados, los que más aportaciones pueden hacer y los que enseñan a leer de verdad las etiquetas de todo lo que consumimos.

Una buena alimentación es la base de la salud, tanto desde el punto de vista digestivo como general. Comer bien previene factores de riesgo cardiovasculares, hipertensión, diabetes, sobrepeso y obesidad, y trastornos digestivos como problemas para ir al baño, reflujo o problemas con la deglución, entre otros.

Seguir una dieta saludable «puede representar un salto cualitativo: aparte de evitar pequeñas molestias digestivas, puede ayudar a prevenir el cáncer de colon, de estómago, e incluso cánceres a otros niveles que cada vez se están relacionando más con la base de una buena o mala alimentación».

«Lo hemos oído siempre, pero los profesionales no se cansarán de repetirlo: hay que beber como mínimo dos litros de agua o infusiones al día -exceptuando, por supuesto, casos particulares como la insuficiencia renal, en la que se recomienda tomar menos agua», añade la especialista.

El ejercicio físico es otra de las claves: hay que mantenerse activo y «no vale con andar por casa o salir a comprar el pan y volver», explica Esmeralda Rubio, «hay que ejercitarse entre media hora y tres cuartos al día, todos los días, salir a caminar a buen ritmo y sin parar, sería un buen ejemplo de permanecer activos».

Y todo ello «acompañado de recomendaciones que conocemos bien: no abusar de grasas ni azúcares o elegir proteínas de calidad». Esa estrategia también conocida como higiene alimentaria, es muy útil para prevenir y tratar enfermedades. En el caso del aparato digestivo, es parte del tratamiento.

Se trata de enfermedades que se pueden prevenir y curar con una alimentación adecuada. El reflujo, los gases, la distensión abdominal y el estreñimiento o diarrea, a veces en la misma persona, en períodos diferentes, representan el 90% de las consultas en digestivo.
Y es que, según la doctora Rubio, «hay que escuchar al cuerpo, porque muchas veces nos avisa de que algo no va del todo bien». Es el caso, por ejemplo, del hígado graso o del resultado de analíticas un poco alteradas, con colesterol elevado o triglicéridos altos.

«El cuerpo avisa de que se está “encharcando” de grasa, la sangre es espesa y no puede transportarla, así que la deja aparcada en el hígado, pero el inconveniente no se queda ahí, puede afectar al resto de órganos, provocar un ictus o un infarto», destaca la digestóloga de Juaneda Hospitales.

Se trata de un problema sistémico que no afecta sólo a un órgano o que se representa en unos análisis de sangre alterados. Por ese motivo hay que corregir las pautas alimenticias no sólo para curar el hígado, sino para prevenir todas las enfermedades que puedan llegar después.

Para la Dra. Rubio hay que aprovechar el mensaje del Día Mundial de la Salud para pensar en los hábitos alimentarios, en el ejercicio que hace, vigilar el estrés… y que el cuerpo también necesita revisiones periódicas: ginecología, urología, revisiones de próstata y colonoscopias periódicas para prevenir antes que curar.

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