A la espera de que los nuevos pactos se concreten, Baleares empieza una nueva legislatura con un gran número de prioridades marcadas en rojo. Como no podría ser de otra manera, desde Salut i Força deseamos toda la suerte y el acierto del mundo a los gobernantes que asumirán muy pronto, una vez que se dilucide completamente el contenido de los acuerdos del pacto de legislatura, la apasionante y a la vez exigente tarea de hacerse cargo del Govern y de las principales instituciones.
Desde nuestra condición, siempre defendida a capa y espada, de medio de comunicación plural, diverso, democrático y objetivo, trataremos de trabajar con los futuros responsables políticos de la sanidad autonómica, y con el Govern en su conjunto, para que la asistencia médica de nuestro territorio alcance nuevas cotas de progreso y bienestar.
¿Y qué se encontrará el nuevo Ejecutivo sobre la mesa, en el ámbito de la política sanitaria? Desde luego, trabajo no le faltará. Para empezar se deberá definir el nuevo marco del acceso a las prestaciones asistenciales, que ha sido uno de los caballos de batalla de los grupos de izquierda durante esta última etapa en la oposición y también a lo largo de la campaña electoral.
Por otro lado, queda pendiente la necesidad de articular mecanismos que propicien extraer el máximo provecho a las sinergias entre sanidad pública y privada. No hemos de olvidar que un contexto globalizado como el que nos encontramos, no solo a nivel sanitario sino a todos los efectos, la calidad de los recursos técnicos y humanos de la medicina que se practica en nuestra Comunidad Autónoma, tanto en un ámbito como el en otro, no debería representar la resta de potencialidades, sino la suma de todas ellas.
En este sentido, el nuevo Govern ha de sopesar, sin apriorismos ni opiniones de segunda mano, sino a partir de la constatación directa y fehaciente, algunos de los proyectos que, en los últimos tiempos, han abierto expectativas esperanzadoras y prometedoras en Baleares. El turismo sanitario, como motor de enorme cilindrada en la creación de oportunidades profesionales y captación de inversiones, es una propuesta que no ha de ser pasada por alto, porque nadie duda que los esfuerzos que han comenzado a realizarse en este terreno precisarán, forzosamente, de la implicación y el apoyo de la administración pública.
Después de cuatro años de mayoría absoluta del PP, la conclusión más evidente que puede formularse es que ninguna etapa se compone solo de sombras o únicamente de luces. Pues bien, en este sentido, bueno y razonable sería, por parte del futuro e inminente Pacte de Progrés, desechar las primeras, pero conservar las segundas. Ningún gobierno ni partido lo hace todo bien, o todo mal, e invocar este tipo de maximalismos conduce inevitablemente al error. Y, de hecho, el Govern que, si no se produce un giro de 360 grados, encabezarán las fuerzas de izquierdas, se equivocará si aplica el criterio de derribar el edificio entero sin averiguar antes qué partes del mismo se pueden salvar.
Ese ha de ser el objetivo inalienable de cualquier administración, independientemente de su color o ideología. Y que nadie dude que esa es también la meta, la brújula, la hoja de ruta, en definitiva, de Salut i Força como periódico especializado en la información sanitaria.
Precisamente por ello insistimos en la necesidad de no cambiar aquellas cosas que han demostrado eficiencia, efectividad, rentabilidad (social, especialmente), capacidad para la optimización de recursos y para generar bienestar y calidad de vida entre los ciudadanos. Sin ir más lejos, independientemente de la legítima controversia ideológica entre sanidad pública y privada, los gobernantes modernos deberían atenerse a los hechos consumados y objetivos.
Y en el caso de Baleares el panorama que se dibuja es el de una oferta sanitaria pública que ha debido hacer frente a una ingente labor de sostenimiento económico y financiero y una medicina privada que en las islas ha conservado siempre su ascendencia y su bien ganado prestigio.