He tenido la suerte de conocer en profundidad a Lupe Pulido. Ha sido mi mano derecha en los últimos ocho años, difíciles tiempos, de trabajo muy intenso en la Conselleria de Salut i Consum.
He aprendido de la mujer más leal, humilde, discreta, comprometida y ejemplar que he conocido en la administración pública. Siempre atenta para poder ayudar, siempre dispuesta a colaborar, sin importar horarios ni días de la semana.
Nos ha enseñado el valor del tesón, del esfuerzo y el conocimiento para fundamentar las decisiones. Ante cualquier duda, nuevo proyecto o normativa, sus sabios consejos nos reconfortaban a mí y a todo el equipo. ¡Cuánta seguridad nos ha regalado!
Ha defendido con pasión la figura de los funcionarios como servidores públicos, siendo ella un claro ejemplo de excelencia en el trabajo.
También ha defendido a los trabajadores de la sanidad. Su capacidad de escucha, su serenidad en las negociaciones y su dominio de las normas jurídicas han permitido grandes avances en derechos profesionales del sector.
Son muchas las lecciones aprendidas, los recuerdos, las anécdotas que hemos podido compartir entre todos los que hemos trabajado con ella. Sobre todo coincidimos en su talante dialogante, en su capacidad de escucha, en su sonrisa amable y su tono de voz siempre dulce.
Nunca escuché de ella críticas hacia otros compañeros. Respetuosa con la información y confidente, jamás desveló una noticia innecesaria; por eso su credibilidad y confianza eran indiscutibles. De hecho, todos confiábamos en ella, en su criterio y también en su discreción.
Pocas palabras eran suficientes para transmitirnos su parecer sobre cualquier tema. Además, las pronunciaba desde el rigor y el respeto, y con las habilidades sociales admiradas por todos.
Defensora de la intimidad, de la vida privada y de la actitud positiva, daba gracias por su maravillosa familia.
Los valores se comentan, pero también se practican y demuestran.
Valorar la cotidianeidad, ser consciente de la fortuna por tener salud, un trabajo apasionante, una familia amplia y muchos amigos es el mayor tesoro que ella poseía.
La vida nos hace regalos maravillosos que debemos saber valorar, reconocer y cuidar.
Son fáciles de identificar, se trata de estar atentos, pendientes de los pequeños detalles, sin estridencias, ni ruido. Gracias Lupe por todo lo que nos has regalado, nunca te olvidaremos, ni a ti ni a tus enseñanzas.