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Esperando a que Sánchez nos salude

Dr. Fco. Javier
Alarcón de
Alcaraz.
Médico-Forense.
Especialista en
Medicina Legal.
@Alarconforense

Me pregunta mi hija Julia sobre Sánchez y su intervencionismo salvaje en nuestro tiempo, y le digo que no tengo tiempo de tener paciencia. Y -sabiendo que hay que perderla, visto lo visto- hagámoslo cuanto antes. Siempre supimos que esperaríamos al presidente en un pasamanos de esos de los suyos. Su hermano imputado, su mujer imputada, cuatro millones robados bajo el mandato de su partido en Baleares, pero él te presenta un plan de higiene democrática. Todo en orden.

No somos ultra-católicos (ni los que leemos ni los que nos escriben estas columnas leyéndolas) pero sabemos al menos entonar la letra de una canción apenas oímos sus primeros compases fúnebres. Pedro Sánchez, “el saludos España” dice ahora que cambiará una ley para que los que no recibimos subvenciones escribamos al dictado de sí mismo y de su barro. No hace falta, Pedro.

No es fácil que cambien leyes para evitar la libertad sin que te afecte en tu cometido, pero cuando no eres libre no hace falta que nadie evite que lo seas. Es más, el camino hacia esa dictadura llamada Sanchismo -cristalizada en el control absoluto del poder judicial de última instancia atiborrado de cargueo socialista- sólo tiene una veta de salvación: la de no ser libre para que Sánchez no evite que lo seas. Dejan libres a Griñán y a Chaves por la desaparición de setecientos millones de euros en la Andalucía socialista -por ejemplo- y eres menos libre.

A los que ya tenemos el paso marcado, a los que nos escriben lo que jamás escribiríamos, a los que sabemos que la libertad es un regalo a medias de su matrimonio, se nos hace fácil no pertenecer al “ecosistema informativo” a su imagen y semejanza. A los que no recibimos subvenciones, a los que no somos transparentes, a los degenerados no regenerados de las letras por mor a su causa no nos hace falta una libertad que no tenemos. De un estado de alarma a un estado de amarla, y de ahí a un estado de mamarla.

En esta vida de columnas que no sustentan nada, desde este minúsculo espacio, hemos tenido la oportunidad de que much@s atentaran contra este enclaustramiento. Lo han intentado utilizando todas las posturas imaginables, todo en vano. La libertad del que no la tiene consiste en ejercerla, en ejercer activamente esa ausencia de libertad.

Los que somos libres pese a esta izquierda a la derecha del fascismo, sabemos que el test de la libertad está en el otro, que la libertad es una ficción cultural en la que no nos han explicado que el sentimiento para entenderla está en el otro, no en ti. Puedes estar en Alcatraz y sentirte más libre que en el mercado atiborrado y okupado de Santanyí. Por eso la prueba del nueve de la libertad nos aterra cuando nos insisten en que silenciar la basura personal del presidente del gobierno es convertirte públicamente en un pseudo-medio, con pe. Nos han llamado muchas cosas con pe, pero nunca imaginamos algo así.

Había que obligar a la gente a ser libre -decía el otro- por eso seguiremos aquí, escribiendo y esperando el coleteo de la basura que viene siempre después de sacarla de la libertad. Confundir el final con la final no es muy esperanzador, pero al menos lo intentaremos. Suerte.

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