Abordaríamos seriamente la libertad de que cada uno haga y se meta lo que le salga de las pelotas sino fuera porque nos importan mucho más las risas argumentales de los contrarios anti-vacunas en tiempos de no vacunas que las canciones de amor. Qué bien se ve la enfermedad desde la curación, qué bien nos sentimos todos recordando lo mal que estuvimos. Lo fácil -la valentona argumentación retrospectiva- nos recuerda a los tataranietos de los combatientes de la guerra civil española. Cuán valientes todos después de la contienda. Unos se vacunan de las no vacunas de las que no se vacunaron, otros dejan a sus padres en la Bonanova y buscan a sus tatarabuelos en la memoria de la Historia, ambos por si acaso. A ver si alguien les explica a los no vacunados que el trabajo de su inmunidad se hizo con las vacunas de los vacunados.
Que Bosé desafine es algo que sabemos desde “creo en ti”, el gran hit afirmativista en el que su fe en el negocio musical estaba por encima del negocio de la vida. A cambio maloímos que don diablo viene presto y virginal a convencernos con argumentos tonales de las cosas de las que no hace ninguna falta que nadie nos convenza. Pueden explicar las muertes pero no pueden explicar las supervivencias vacunales, curioso para una reunión de científicos de son fusteret.
Dicho esto, no sorprende -vista esa reunión de 800 inmortales- que los propios negacionistas se hayan convertido en negativistas, en desafiantes de la nada, desobedientes del vacío en el que te venden crecepelos del alma basados en una “medicina tradicional” en la que tampoco creen.
Parece ser que ahora el truco en estos festivales de verano sanitarios -como en la turismo-fobia- es mezclarlo todo. Micro-mesas donde te aleccionan de las maldades de las microondas telefónicas, las bondades del cloro (¿qué coño les pasa con el cloro?) o las indolencias de la medicina que -con su avance y sus tratamientos- permite que éstos monten sus conciertos. Curamos a los que nos sobrepasan.
El “ecosistema informativo del fango” -al que pertenecemos por derecho desde mucho antes del propio Sánchez- puede anunciar sin riesgo alguno de error que nadie se querella contra Bosé pudiendo querellarse contra el juez Peinado. Es la nueva modalidad de besamanos musical pero con una diferencia: Peinado te deja la distancia necesaria para que te cures, Bosé te la impone convirtiéndose en una víctima razonable. Ser víctima por no haber podido serlo es uno de los grandes hitos de este sumidero de basuras buenistas.
Y como siempre terminamos por el principio de no olvidar, ensalzamos el recuerdo cuando recibimos sin querer la noticia de la muerte de Merche Usón, neuróloga, compañera de puertas para afuera y persona de puertas para adentro. Alma sin cloros, ya en la voz de la gente y los pacientes que la recuerdan, que cierra el obituario de esta página como ejemplo de vida de quien vino para hacer mejor la nuestra. Lo mismito que los otros. Ad astra.