Los antibióticos han salvado la vida a millones de pacientes que antes fallecían por una simple neumonía bacteriana (en los años treinta mataba a casi el 40% de los enfermos) o de las secuelas de una infección común. Pero a lo largo de estos años, las bacterias han aprendido a defenderse y a resistir a los efectos de los antibióticos, hasta alzarse como una de las 10 principales amenazas de la humanidad, según la OMS.
La resistencia creciente de las bacterias a los antibióticos constituye una seria amenaza para salud pública y es responsable de unas 33.000 muertes anuales en la Unión Europea, cifra que podría llegar a muchas más en todo el mundo en 2050 si no se toman medidas.
Un estudio publicado en ‘The Lancet’ advertía hace poco tiempo que los fallecimientos por enfermedades que no responden a los antimicrobianos crecerán de forma dramática entre los mayores de 70 años.
Tras el análisis de 520 millones de datos, se calcula que la resistencia a los antimicrobianos (RAM por sus siglas en inglés) podría matar en el próximo cuarto de siglo en el mundo a más de 39 millones de personas de forma directa y a 169 millones indirectamente (por asociación con otras patologías). El efecto será especialmente dramático entre los mayores de 70 años, para quienes la incidencia crecerá entre un 72% en países de renta alta y el 234% en el norte de África y Oriente Próximo. Así, en 20 años las RAM se multiplicarán por dos y, en la actualidad, 1,14 millones de muertes son atribuibles a las resistencias, en España, en 2023, un total de 23.000 personas han perdido la vida como consecuencia de las RAM.
Las RAM son una pandemia silenciosa que pronto puede superar en mortalidad al cáncer y a los accidentes de tráfico en España. Según la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, se producen más de 150.000 infecciones al año y aproximadamente unas 20.000 personas fallecerán en los 30 días siguientes al diagnóstico.
Además, sabemos que podemos hacer cosas como implantar programas como Código Sepsis en los hospitales españoles que ha reducido la mortalidad significativamente desde que se ha puesto en marcha. Sin embargo, la necesidad de contar con herramientas de diagnóstico microbiológico disponibles las 24 horas y explorar el uso de la inteligencia artificial predictiva para anticiparse a la evolución de las infecciones, también ayudaría a disminuir las cifras previstas. También es conocido que la dosis, el fármaco y la duración correcta son esenciales para limitar las RAM y mejorar los resultados clínicos.
Dicho todo esto, es verdad que no damos demasiado crédito a las cifras que tenemos que enfrentar en el futuro, porque aunque las cifras ayudan, cuando son tan brutales, la gente desconecta y no las asimila. Los datos son importantes, pero no convencen por sí solos, la clave es conectar con las emociones de los pacientes y la sociedad para generar conciencia. Probablemente es necesario cambiar la estrategia para involucrar mucho más al paciente, además de implicar y explicar mejor lo que está pasando porque nadie en la calle sabe que el reto en apenas unos años es combatir las RAM.
La necesidad de fortalecer la educación en el uso racional de los antibióticos, mejorar la transferencia de la innovación al sistema sanitario y promover la colaboración entre disciplinas son claves para mejorar una situación en la que es necesario una implicación de todas las partes y una mejor acción para conseguir mejores resultados.