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BESOS, abrazos, miradas y PALABRAS para una mejor salud en 2025

Joan Carles March
Codirector de la Escuela de Pacientes de Andalucía

Es importante que la comunicación tenga como aspectos de ayuda, el afecto, la comprensión y el respeto. Y en estas tres características, hablar de comunicación y afecto, es hablar de besos y abrazos, de palabras y miradas, que juntas y bien dichas ayudan a mejorar la salud.

1. BESOS que regalen consuelo, cicatricen heridas, acaricien las penas… Besos de mensajes Breves y con palabras Básicas, de Específicas y concretas, que vayan al grano, de Sencillas, sin palabras técnicas, de Ordenadas, para que nuestro mensaje salga con coherencia de nuestra cabeza y llegue claro a la cabeza del otro y de Sugerentes, que tenga utilidad, que facilite conseguir un beneficio por ello.

2. ABRAZOS que acompañen silencios, rescaten esperanza, ahuyenten al miedo, abriguen sentimientos, transmitan calma… Como dicen en La Mente es Maravillosa, un abrazo no tiene la solución al problema que nos ocurre, que ni aleja o hace desaparecer lo que nos rodea, pero su magia recompone nuestras heridas, alivia nuestro sufrimiento y nos transmite que más allá de lo ocurrido, hay alguien que nos quiere y se preocupa por nosotros. Porque un abrazo sincero es amar en toda regla. Y todo porque abrazar es acariciar el alma de la otra persona y proporcionarle un refugio entre nuestros brazos. El abrazo es un excelente medio de comunicación que no necesita ser hablado ni expresado a través de las palabras. Los abrazos son momentos repletos de felicidad capaces de emocionar hasta al corazón más duro porque tienen el poder de traspasar corazas. Lo importante no es solo recibir abrazos, sino también darlos, y pedirlos si es necesario. Los abrazos ayudan a:

• La disminución del estrés.
• La sensación de seguridad y protección.
• Nuestra autoestima.
• Transmitir energía y fortaleza.
• Mejorar las relaciones interpersonales.
• Promover la sensación de tranquilidad.

3. MIRADAS que provoquen ternura, roben sonrisas y ericen la piel, entiendan los tropiezos, sanen heridas y animen a asumir nuevos retos… Necesitamos escuchar con mirada de niño, con mente que no juzga lo que escucha, que solo atiende a lo que le dicen: EMPATÍA. Y es evidente que necesitamos gente mágica que su mirada es nítida y limpia, que transmite dulzura y sensatez y que procura ser fija. Es gente que a veces acaricia con la mirada para consolar, para comprender y para demostrar complicidad con la persona que lo necesita. Son personas que saben escuchar y tienen paciencia: Son grandes depositarios de secretos y siempre tienen la frase ideal para el consuelo o para devolver la sonrisa a quien la necesite. Saben comunicarse con lucidez y con reflexión para fortalecer los vínculos con quienes así lo consideren necesario e importante y también saben cerrar las puertas de aquellas personas que buscan probarlos (as), desafiarlos (as) o criticarlos (as) porque saben que el tiempo es muy valioso para perderlo en gente con poca luz. Conocen bien el sentido de la compasión. No se lamentan jamás de lo que dieron y así sientan que se les fue la vida en ello no dejarán de pensar que la vida es maravillosa.

Por tanto, es fundamental tener en cuenta que cuando se cierra una puerta se abren un montón de ventanas; que la amabilidad puede ser la idea más revolucionaria al tener el poder transformador de las personas que llevan la sonrisa puesta; que es muy importante transmitir optimismo, que nos hagan reír, ya que por donde pasan quienes lo hacen mejoran el ambiente; que para mejorar la alegría de vivir conviene acercarnos, a la espera del contagio, a gente sencilla, que tiene en la bondad y la estima y el cuidado de los demás el foco; que el cuidado de las personas es la tarea más importante del mundo (y la menos valorada); que sin confianza no hay motivación, porque confiar a menudo da más fruto que vigilar; que estando de verdad, de corazón, podemos aprender y enseñar a estar; que necesitamos más esperanza; que nos conviene señalar a los “malos”, mirarles a los ojos, decirles lo que no nos gusta y no asumir que esto toca y simultáneamente ir arreglando con las manos el día a día, desde el inconformismo, con ambición y con la certeza absoluta de que es posible; que nunca es tarde para aprender a caminar, que haciendo camino somos más sinceros, más directos, más profundos; que nos seducen los optimistas currantes; que nos gusta la desobediencia inteligente; que somos más lo que hacemos que lo que decimos, somos más lo que decidimos que lo que pensamos, somos cuando actuamos y no cuando sólo reflexionamos; que es más importante admirar los valores que no los resultados y que la belleza está en la mirada, y no hay privilegio más hermoso que ser observado desde el amor incondicional y la alegría de vivir.

4. PALABRAS que espanten fantasmas, acerquen distancias, exentas de reproches, de etiquetas, estrechen amistades, que apaciguan la rabia… Palabras que citan y cuidan. Esas son las que queréis y necesitamos, día a día ante esas que hieren y matan. Empezamos por las primeras, las buenas: expresiones dichas con intención de agradar y convencer; palabras clave, las más significativas de un texto. Todas ellas se podrían nombrar como palabras «mágicas», que son algo más que la voz que usan los magos; son palabras que nos pueden servir para alcanzar metas. Son las palabras como solución: bueno, mejor, fácil, eficaz, seguro; son palabras que, al oírlas, nos dicen cosas positivas, facilitan la comunicación, abren al acuerdo.
Por otra parte, a veces nos gustaría que la gente omitiera alguna palabra. Hay personas a quienes en ocasiones se les escapa una palabra al proferir, por descuido, una expresión disonante o molesta. Son las palabras «trágicas»: al utilizarlas pueden hacer -hacen- daño a la persona receptora. Son a veces palabras gruesas, mayores, injuriosas, que hieren a quien las recibe; son ofensivas. Son como los virus y las bacterias, que producen infecciones y, por tanto, dolor, enrojecimiento, inflamación; infectan la relación entre personas. Las llamamos virus y bacterias de la comunicación. Existen tres «virus» y cinco «bacterias» a erradicar (o disminuir) de nuestras bocas. Los tres virus son: acusaciones, amenazas y exigencias. Las cinco bacterias son: juicios, menosprecios, sarcasmo e ironía, etiquetas y generalizaciones.

Miradas y palabras, besos y abrazos, básicos para una mejor salud en 2025.

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