Cuando la columna empieza con ese titular usted ya se ha echado la mano a la cartera. Sé que usted hubiera preferido algo así como “el chachachá de Koldo”, o el apreciado y reñido “el chacheo de Koldo”, que me gusta mucho, sobre todo cuando nos estamos refiriendo a una o varias integrantes de nuestra banda de progreso anterior.
Es más, entiendo el reproche, porque con ese titular de la titular de Koldo, de la mujer a las órdenes del muñidor de la corrupción socialista de esta comunidad autónoma en el desexgobierno Armengol, no se deja claro si nos estamos refiriendo a la que fuera consellera de salut de nuestro anterior govern de entonces, a Patricia Gómez, o a nuestra expresidenta en el amor, Francina Armengol.
No en balde cuando Armengol le dice a Koldo en un mensaje “súper” a su chacheo mensajero llamándola “cariño” (con tu pasta, claro) o cuando Koldo le escribe a Gómez un “bueno, pues después me llamas y me dices”, tanto monta monta tanta, nauséas -con acento- por donde vomites.
No es fácil establecer un catálogo de los afectos entre la trama más allá de los propios servicios de corrupción a la carta que ofrecían Koldo y la banda. Esta misma semana en el tribunal Supremo el todolosabe de Aldama confirmaba lo que sabíamos: “Ábalos presionó a Armengol para que no cobrara la factura de las mascarilla fake”.
Toda esta ponzoña va tan sobrada en la mensajería que se cruzaban con nuestros cargos a sueldo que nos recuerda aquello de “que hay de lo mío”. La diferencia es la miseria en la que lo hacían, aprovechando el cierre de las instituciones, la incertidumbre sobre nuestra pobreza futura, que estábamos ilegalmente encerrados en nuestros domicilios mientras tanto amor. Da miedo pensar que mientras la gente se moría, mientras el personal sanitario se jugaba la vida, mientras te aplaudían desde los balcones, una vez que tocaban tierra -seguramente descojonándose- estos tipos se forraban con tu dinero.
Dejemos claro a esta hora de la nada que nuestra chacha de hoy es cualquiera de ellas, cualesquiera que hubieran desempeñado ese papel. A esta hora de la noche sigue sin una dimisión que las encumbre al barro, que las lleve desde el fango a la acera, sin siquiera un perdón Errejoniano de esos de medio pelo. Nada.
Cuesta mucho desprenderse de ese ego moral desde el que han construido la única riqueza que han atesorado, la que tu has pagado con tus impuestos. Es verdad que si dieran el portazo dejando la puerta por fuera sería más justo si -además- lo acompañaran con la devolución de todos los sueldos que les hemos pagado desde que empezaron este peregrinaje del amor.
Ya no pueden volver a ponerse la cofia enfermeril ni el mandil farmacéutico. La única seda que recuerdan no la llevan en la sutura de sus manos ni en el delantal sino en la piel, la que les recuerda cada martes parlamentario quienes fueron y -sobre todo- quienes son dentro de todo este basural.
Cuando sabemos estos días que siguen saliendo informaciones judiciales y que gracias a los cuales -y junto al resto- ascienden a 12 millones de pavos, es cuando entendemos la sumisión de la mandadera, es cuando empezamos a saber a qué tipo de chacheo nos estamos remontando.
De defender como negocio a las Kellys monta-cargas a ser ellas mismas chachas alibabarianas. Ni Maduro las querría. Ni tan siquiera el finado Antich. Lo que nos queda por saber.