Intercambiar aperitivos ricos en calorías, como las patatas fritas, y bajos en ellas, como las verduras y el queso, ayudaría a reducir la cantidad de calorías que los niños ingieren a la semana, según estudio norteamericano publicado en 'Pediatrics'. Adam Brumberg, de la Universidad de Cornell, situada en Estados Unidos, y su equipo observaron a 183 niños que estaban en 3 y 6 grado. Entonces, a cada uno de ellos, se les situó en una habitación para ver la televisión y comer un 'snack'. Así, a 59 se les dió verduras; a 45 se les ofreció patatas fritas; a 43, queso y verduras, y a 36, queso. Tras 45 minutos, los investigadores midieron la cantidad de comida que los niños habían comido y vieron que los del grupo de 'chips' comió unas 620 calorías de promedio. Mientras, los que comieron 'queso', adquirieron 200; los que combinaron queso y verduras, 170, y los de vegetales, 60.
De este modo, Brumberg ha apostado, por ejemplo, por incluir en la merienda un bocadillo saludable para conseguir un «impacto significativo» en la ingesta calórica semanal». Los resultados revelan también que los niños se sentía más llenos cuando comían queso y verduras que cuando ingerían las patatas fritas. «En este estudio, no hay restricción en cuanto a la cantidad», precisa Brumberg. En general, un niño de unos 8 años tiene que comer de 1400 a 1600 calorías al día, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, una cifra que recuerdan los autores del estudios para compararla con las 600 calorías que ingerirían en la merienda los niños mediante las patatas fritas.