Cuando comemos demasiado, la obesidad puede desarrollarse como resultado de tener niveles crónicamente elevados de insulina y no al revés, según los resultados de nuevas pruebas realizadas en ratones, publicados en 'Cell Metabolism', que desafían la opinión generalizada de que el aumento de insulina es una consecuencia secundaria de la obesidad y la resistencia a la insulina. El nuevo estudio ayuda a resolver este dilema, mostrando que los animales con insulina persistentemente inferior se mantienen en forma incluso cuando ingieren algo con un alto contenido de grasa. Los resultados son la primera evidencia directa en mamíferos de que la insulina circulante maneja la obesidad, destacan los autores de la investigación, liderada por James Johnson, de la Universidad de Columbia Británica, en Vancuver (Canadá).
Los resultados también son consistentes con estudios clínicos que demuestran que a largo plazo el uso de insulina en personas con diabetes tienden a provocar un aumento de peso, explica James Johnson, de la Universidad de Columbia Británica. «Esto no significa que la gente debe dejar de tomar insulina, hay matices y gamas en las que los niveles de insulina son óptimos», afirma el investigador principal. Johnson y sus colegas aprovecharon una peculiaridad genética en ratones que tienen dos genes de insulina: insulina1, que aparece principalmente en el páncreas, e insulina2, que está en el cerebro y el páncreas. Al eliminar insulina2 por completo y variando el número de copias buenas de insulina1, los investigadores produjeron ratones que variaban sólo en sus niveles de insulina en sangre en ayunas.
Cuando ingieren alimentos altos en grasa, aquellos con una copia de insulina1 e insulina más baja en ayunas estaban completamente protegidos de la obesidad incluso sin ninguna pérdida de apetito. Estos ratones también disfrutaron de menores niveles de inflamación y menos grasa en sus hígados, según revela la investigación. Johnson reconoce que no está claro por el momento qué pueden significar estos hallazgos en la práctica clínica pero señaló que se ha demostrado que los fármacos diseñados para bloquear la insulina tienen efectos secundarios no deseados. «Hay maneras de comer, como la dieta que mantiene los niveles de insulina más baja o permite que los niveles de insulina vuelvan a una base saludable todos los días», concluye, desechando, por ejemplo, comer bocadillos constantemente.