En el ámbito de la sanidad, el Govern presidido por Francina Armengol se ha esforzado, a lo largo de su periplo inicial de seis meses, en transmitir un mensaje muy claro a la sociedad: el centro del sistema de salud son las personas. No los presupuestos, no el déficit, no las compañías farmacéuticas, no los laboratorios, y ni siquiera los profesionales, por crucial que resulte su aportación para el sostenimiento de la estructura asistencial. Son las personas, todas y cada una de ellas, todos y cada uno de nosotros, en definitiva, sobre quienes gira la organización sanitaria en sus diversas vertientes.
Esta máxima se ha concretado en medidas como la eliminación de los requisitos de acceso a los servicios sanitarios y que afectó a determinados sectores de la población. Ahora, estos ciudadanos han recuperado su condición de perceptores de las prestaciones de salud en las mismas condiciones y circunstancias que cualquier otro residente en Baleares. Este mismo talante humanista y profundamente social del Ejecutivo se ha puesto de manifiesto también en la supresión de la tarifa de 10 euros impuesta por el Govern anterior para la tramitación de la tarjeta sanitaria. Quizás la cantidad pueda parecer hasta cierto punto módica a algunos, pero la realidad es que para un pensionista, un parado o un usuario sin recursos no es tan sencillo abonar ese dinero. Al fin y al cabo, tanto la Constitución como el resto de la legislación vigente certifican que las razones económicas no pueden constituir jamás un obstáculo para el acceso a la sanidad pública y universal, y desde el momento en que se exige el pago de una cuota se está introduciendo un elemento distorsionador de ese principio.
Otra actuación clave del Govern ha consistido en la ampliación del horario de los centros de salud. También en este punto atisbamos la nueva concepción de la política al servicio de las personas que la Administración autonómica trata de llevar adelante, ya que, no en vano, son los usuarios los principales beneficiarios de la medida. Pensemos en todos aquellos pacientes a quienes un horario excesivamente limitado dificulta extraordinariamente que acudan a la consulta de sus médicos de cabecera. Y no solo son los usuarios profesionalmente activos los que se veían perjudicados con la anterior situación, sino también las personas con problemas de movilidad y dependencia y los enfermos crónicos que precisan el acompañamiento de un cuidador, y que, lógicamente, dependen de la disponibilidad horaria de este. Este esbozo de seis meses de trabajo ha de consolidarse ahora con unos nuevos presupuestos ya enteramente confeccionados por el Govern de Armengol. Sin duda, una vez colocados los cimientos, ha llegado el momento de acometer la fisonomía del nuevo edificio sanitario de Baleares.