El doctor Javier Martín Broto es un prestigioso oncólogo e investigador, especialista en sarcomas y vicepresidente del Colegio de Médicos de las Islas Baleares. Como médico, como investigador al mando de un importante grupo, augura un futuro de grandes avances en la lucha contra esta enfermedad. Como directivo colegial habla de unidad en el colegio, de trabajo y de solo 4 ó 5 personas de la ‘oposición’ que han solicitado la dimisión de su presidente” y que además lo han hecho en ámbitos “inadecuados”.
P.- ¿Cuál es en estos momentos su actividad como médico oncólogo de Son Espases?
R.- Es, esencialmente, la visita de pacientes, con dos tipos de patología. Hoy en día la Oncología médica que se encarga del tratamiento sistémico de los pacientes con cáncer se ha subespecializado. Es tan compleja la atención de un paciente oncológico que hemos derivado a subespecialización dentro de la misma. Esto no ocurría hace 20 o 22 años, cuando yo empecé. Éramos oncólogos generalistas, por así decirlo. Veíamos todo tipo de tumores. Hoy la complejidad es tal que eso no se puede asumir. Y si lo asumes porque estás en un centro pequeño tienes que trabajar siempre en red, apoyado por otros centros. En ese contexto, mi actividad en Son Espases es dedicarme a los pacientes que tienen sarcomas o que tienen melanomas. Además de la actividad asistencial, centrada en pacientes que necesitan tratamientos sistémicos, ya sea en consultas de seguimiento o en tratamiento activo en hospital de día, también estoy al cargo de un grupo de investigación traslacional: biólogas dedicadas a sarcomas en investigación de cultivos celulares y también en animales, lo que llamamos investigación pre clínica.
P.- ¿Qué son los sarcomas?
R.- Los sarcomas son tumores malignos derivados de estructuras de soporte del organismo, es decir del esqueleto muscular o del esqueleto óseo. Pueden ser muy ubicuos, aparecer en cualquier sitio del cuerpo y es muy típico diagnosticarlos en personas jóvenes. En niños y en adultos jóvenes es una de las primeras causas de tumores. Esta circunstancia le da más relevancia, ya que a pesar de que es una enfermedad rara –en Baleares se diagnostican entre 40 y 60 nuevos casos al año de sarcomas de partes blandas, y de sarcomas óseos unos 3 o 4– al afectar a edades muy tempranas, la oportunidad de años ganados de vida es mucho mayor que en otros tumores.
P.- ¿Cuáles son las expectativas de curación?
R.-Globalmente, teniendo en cuenta que la familia de sarcomas tiene más de 50 subtipos histológicos diferentes –un 60-70% de los casos que se diagnostican tienen una curación. Lamentablemente hay un grupo de un 35% de pacientes que tendrán recidivas y más problemas.
P.- Destaca su vinculación al Grupo Español de Investigación en Sarcomas (GEIS). ¿Cuáles son sus actividades y sus objetivos y cómo se coordinan las tareas de los centros hospitalarios asociados?
R.- Este grupo nace en 1994 en Palma de Mallorca a raíz de una reunión que convocamos 12 expertos de 12 grandes hospitales de nuestro país, con tres fundamentales razones de ser. Una de ellas es la tarea educativa de formación médica continuada, con la responsabilidad de editar y renovar guías de práctica clínica en sarcomas. Tenemos que tratar a los pacientes igual en cualquier comunidad de España. Esto a veces no es fácil. Muchas veces las políticas interfieren en elementos como la aprobación de fármacos. En segundo lugar el GEIS tiene la tarea de la investigación clínica. Muchos sarcomas aún son huérfanos de tratamiento porque no hay unos estándares, y para que los haya necesitamos investigación clínica. El grupo está ahora por el ensayo número 30, tanto a nivel internacional como nacional, y tiene un elevado prestigio fuera de nuestras fronteras porque nuestros trabajos se publican en las principales revistas biomédicas de impacto. La tercera labor del GEIS es promover la investigación en sarcomas, organizando simposios y reuniones. En nuestra reunión internacional que se hace a finales de noviembre invitamos a expertos internacionales y queremos renovar el interés entre los científicos de nuestro campo.
P.- ¿En qué investigaciones está trabajando su grupo en Son Espases?
R.- Desde Son Espases lideramos varios proyectos nacionales. Hay tres grandes proyectos clínicos. Uno de ellos es para tratamientos de segunda línea en pacientes con osteosarcoma. Cuando uno de estos pacientes tiene una recurrencia hay muy pocas probabilidades de tratamiento. A través de una beca nacional estamos trabajando en una combinación que parece muy prometedora. Y cuando hacemos investigación clínica, detrás de ésta hay lo que también llamamos investigación traslacional, es decir, intentamos saber desde el laboratorio porqué unos pacientes responden más que otros y poder anticiparlo. Estamos también trabajando en sarcomas de retroperitoneo, que es una localización relativamente infrecuente pero en donde es vital mejorar los resultados a medio o largo plazo porque es la peor localización a los 10 años, con una supervivencia de solo el 30% en esta localización. Con una combinación que ha salido de experimentación local estamos ya cerrando la fase 1. Y estamos cerrando también un ensayo clínico en primera línea de sarcomas avanzados.
P.- ¿Cuál es el futuro del cáncer?
R.- Estamos en este siglo trabajando con unos conceptos muchos más racionales del problema. Las terapias dirigidas son tratamientos sistémicos, no es quimioterapia, que tienen por objeto bloquear unas funciones específicas de comunicación intra o intercelulares que bloquean el crecimiento del tumor. Esto nos ha permitido ver grandes saltos cualitativos en la mejora de algunos tumores. Con tratamientos que son incluso orales estamos pasando de esperanzas de vida de un año a pacientes que llevan ya 10. Es una especie de cronificación de la enfermedad. Y eso lo estamos ya viendo ahora.
P.- Usted es además, vicepresidente del Colegio Oficial de Médicos de las Islas Baleares. ¿Cuál es la situación actual de esta institución, superado ya el ecuador del mandato de la actual junta?
R.- Pues una situación de normalidad. De estos años destacaría el cambio de modelo de la formación médica continuada al que queremos llegar, que se traduce en lo que se ha llamado el Patronato Científico, una institución nueva dentro del COMIB que lidera el prestigioso doctor Alfonso Ballesteros, avalado por un grupo de patronos. Creo que es un salto cualitativo importante, porque va a permitir organizar cursos de formación continuada de una calidad excepcional, que es a dónde queremos llegar. Otro servicio que también hemos puesto en marcha en estos dos últimos años, la Asesoría Científica. Es un servicio en el que somos pioneros en España y que lo que pretende es ayudar en facetas en las que a veces el médico no llega y necesita ayuda de ámbitos como el bioestadístico, de ordenar las ideas de un proyecto, de saber calcular tamaños muestrales para investigaciones biomédicas… en muchos campos nos falta un asesor. Eso está gratuitamente al alcance del colegiado, vía on line y con gran satisfacción. Lo que queremos es estar a la altura del gran nivel de nuestros colegiados. La institución tiene que reiventarse y estar más cerca de los médicos.
P.- ¿Cree que existe división en el seno de la Junta de Gobierno del Colegio de Médicos en relación a la gestión de la institución y también en relación a la figura de su presidente, el doctor Antoni Bennàssar?
R.- Esta es una pregunta muy pertinente, muy actual. Quisiera decir que mi impresión de lo que percibo en los últimos plenos, en las últimas juntas, es que no ha habido ninguna manifiesta alteración o división. Hay que explicar que el modelo balear es infrecuente. Normalmente los colegios de médicos están gobernados por la lista más votada. En muy pocos colegios de España entra la lista más votada y la segunda lista más votada. Eso lleva a posicionamientos “para que se note que hay oposición”, por así decirlo. Creo que eso hace que no esté siendo el mejor modelo para que la institución salga reforzada. Recientemente ha habido una solicitud de 3 ó 4 personas de dimisión de nuestro presidente por algo que creo que excede nuestra competencia, algo que no hay ni siquiera tema por dónde cogerlo y eso es lo que ha podido enrarecer el ambiente. Pero no quiero entrar en eso, porque lo que veo es que nuestro presidente está trabajando mucho, como el primer día. Es una persona íntima, está al pie del cañón y está recibiendo esos palos de difamación pública que creo que hay otras formas de hacer, si se quiere solicitar la dimisión. Para eso están los plenos, para eso están otros organismos de la misma institución colegial y hay otros organismos. Pero no de una forma mediática. Fuera de estos acontecimientos que a veces nos sorprenden y que aparecen en prensa cada año, más o menos, hay un ambiente bueno y de trabajo. De hecho, la lista menos votada, de “oposición”, está liderando tres vocalías. Y dentro de esa lista “opositora” hay personas que no se han adherido a esa solicitud de dimisión. Una se desdijo. Hay una situación inestable en esa misma actitud de solicitar la dimisión.
P.- ¿Cómo son las relaciones del COMIB con la Administración?
R.- Siempre hemos querido estar cerca. Es verdad que estamos viviendo unos momentos de un contexto muy enrarecido. Hemos percibido como colectivo médico, no ya como institución, una cierta hostilidad algo que nunca nos había pasado y nos ha dejado no solo frustrados sino perplejos y heridos. Eso no podemos negarlo. Pero soy optimista y creo que el nuevo conseller, el doctor Antoni Mesquida, traerá otras formas. Sabrá tratar al profesional, sabrá estar cerca de él. El profesional sanitario tiene mucho que decir.
P.- ¿Hay que poner límites a la objeción de conciencia, hoy en boga por aspectos como la atención a los inmigrantes ilegales o el aborto?
R.- La objeción de conciencia es un derecho inalienable de las personas y tiene que existir porque implica nuestra ética más profunda. Si se plantea un conflicto con ella hay que poder objetar. Ahora al supuesto del aborto se une el de la no atención a los ‘sin papeles’. Respecto al aborto la posibilidad de objetar no tiene que tener límites. Respecto al tema de los inmigrantes es un tema que hay que verlo. Hasta ahora es verdad que no hemos sido restrictivos, pero también hay que abrir otras fórmulas. Por ejemplo, hemos tratado a personas que han venido de fuera, a través de ONGs, y me parece bien; pero yo estoy tratando un paciente que ha costado al erario público 160.000 euros en cuatro años. Si ves eso ¿cómo vas a negar el tratamiento a otros? Y eso ocurre. Es un tema mucho más complejo que simplemente la objeción de conciencia. Hay que lograr que en sus países funcione la sanidad y las compañías farmacéuticas donen más fármacos en esos lugares.