Carles Ricci, director gerente de la Policlínica Miramar
Carles Ricci Voltas nació en Barcelona en 1965, es divorciado y tiene cuatro hijos. Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales (con una tesis sobre la Adaptación del Modelo de Excelencia de la EFQM a los hospitales públicos), cuenta con un Máster en Gestión de Organizaciones Asistenciales por la Escuela Nacional de Sanidad y un Máster en Bioética por el Institut Borja de Biotètica. Experto en Calidad (ISO, EFQM, Six Sigma…), ha sido codirector en tres ediciones del Máster de Gestión Sanitaria organizado por la Universitat de les Illes Balears. Profesionalmente ha ejercido como economista en el Servicio Balear de Salut (1993); responsable económico de GESMA (1994); Director económico del Hospital Son Dureta (1997); Gerente de la Fundació Hospital de Manacor (1998); Director de la Consultoria Pública del Instituto Galego de Medicina Técnica (2001); Gerente del Hospital de Son Dureta (2004) y Gerente de la Fundació Hospital de Son Llàtzer (2008). Desde finales del año 2010 es el Director Gerente de la Policlínica Miramar.
– Por su trayectoria profesional, tiene usted un amplio conocimiento de la sanidad balear, tanto pública como privada. ¿Cómo valora ahora mismo la situación del sector?
– En mi opinión, la sanidad en Mallorca se sitúa en primera línea a escala nacional, tanto en el sector público como en el privado. Basta observar el gran nivel que ofrecen hospitales como Son Llàtzer o Manacor en lo que se refiere a la incorporación de nuevas tecnologías, o incluso podemos recordar el papel absolutamente emblemático que, durante tantos años, jugó el hospital de Son Dureta entre los más de ochenta centros públicos que dependían del INSALUD en el conjunto del país, por no citar el hospital de Son Espases, sin ir más lejos, que puede competir con los mejores de Europa.
En el sector privado el panorama también es muy positivo. En ese sentido quiero recordar el impulso que dio, desde su fundación, la Policlínica Miramar a la oferta sanitaria privada isleña, introduciendo nuevos servicios (medicina nuclear, cirugía cardíaca..) antes que éstos fueron paulatinamente incorporados a la práctica clínica de otros centros. Como ejemplo cabe recordar que hasta el año 2000 la cirugía cardíaca no llegó a la sanidad pública balear, cuando en la Policlínica ya estaba plenamente implantada desde mucho antes y, además, bajo la dirección de uno de los principales expertos en la materia como es el Dr. Oriol Bonnin. En definitiva, creo que el impulso de la sanidad privada -con la Policlínica al frente- tuvo como consecuencia, en su momento, un importante proceso de mejora de la sanidad pública, paliando las carencias de ésta y contribuyendo activamente a crear una oferta asistencial de altísimo nivel, como la que actualmente disfruta la población de Mallorca.
– ¿De qué forma cree que afectarán a la sanidad privada los recortes que se están implantando en el sector?
– Es evidente, en mi opinión, que la sanidad pública tiene unas necesidades presupuestarias que superan claramente sus recursos económicos. Tenemos unos excelentes hospitales públicos, pero estos habrán de llevar a cabo grandes esfuerzos para poder seguir ofreciendo calidad y conservar la eficiencia pero bajando al mismo tiempo sus costes. Si tienen que cumplirse realmente las partidas presupuestarias destinadas a sanidad habrán de cambiar mucho las cosas en la gestión de los hospitales públicos, porque los recortes en realidad afectan a la propia estructura del gasto, por lo que para garantizar los mismos niveles de calidad asistencial en los centros públicos habrá que ser muy eficaz a la hora de administrar los limitados recursos de que se disponga.
-¿Se ha detectado, como consecuencia indirecta de estos recortes y de los cambios que éstos están generando en el sector, un trasvase de usuarios de la sanidad pública a los centros privados?
– En realidad se trata de un camino con doble sentido. Por una parte, la sanidad privada está incrementando su capacidad de respuesta a las demandas de unos usuarios que ven como determinados aspectos de la gestión sanitaria pública están empeorando -por ejemplo, las listas de espera- y por ello buscan ser atendidos en centros privados, donde, por ejemplo, no existes retrasos a la hora de recibir atención médica y el trato que reciben es, asimismo, de calidad.
En sentido contrario, también hay personas que se dan de baja de la póliza del seguro sanitario privado como consecuencia de la situación económica y de cómo afecta ésta a su economía doméstica. De hecho, uno de los efectos de la crisis es que los jóvenes o bien no contratan un seguro privado de enfermedad o bien tardan más en hacerlo en relación a lo que era la tónica habitual hasta hace unos pocos años; todo lo contrario de lo que sucede con la gente mayor, que suele conservar sus pólizas privadas a pesar de las dificultades. En cualquier caso, parece evidente que se detecta un cierto incremento de la demanda de atención sanitaria privada por parte de la población mallorquina.
-¿Cómo definiría la actual situación de la Policlínica Miramar en el contexto de la sanidad privada isleña?
– A pesar de que, en sus inicios, la Policlínica creció en gran medida gracias a las carencias que presentaba la oferta sanitaria pública y de que este escenario ahora ha cambiado sustancialmente, la aportación de nuestro hospital a la oferta asistencial privada de Mallorca ha sido y continúa siendo muy importante. De hecho, y aunque es evidente que la Policlínica no cuenta con el segmento de mercado que tenía hace treinta años, estoy convencido de que sigue siendo un hospital de referencia en el sector sanitario privado.
Por otra parte, es todo el sector sanitario isleño el que ha experimentado importantes transformaciones, desde la sanidad pública -que como digo ha experimentado una mejora notable durante estos últimos años- hasta nuestros competidores privados, que también han incrementado su oferta asistencial. En este sentido, para la Policlínica ha sido muy importante la entrada del Grupo Recoletas en la gestión del hospital, al tratarse de un grupo especializado en gestión de centros hospitalarios y sin otros componentes extra-sanitarios como los que habían lastrado la trayectoria de la Policlínica en los últimos tiempos. Personalmente creo que eso era lo que necesitaba nuestro hospital: centrarse en gestionar adecuadamente su oferta asistencial sin otros criterios que los meramente sanitarios.
-Sin embargo, ahora la competencia es mucho mayor en el sector privado…
– Es un hecho que el actual escenario de la sanidad privada isleña es muy exigente, los hospitales estamos sujetos a una dura competencia entre nosotros y, además, debemos ofrecer unos precios competitivos. Con estos elementos sobre la mesa, los hospitales privados deberemos hacer las cosas muy bien para seguir ofreciendo alta calidad a un precio razonable o por el contario tendremos que exponernos a quedar fuera del mercado.
-¿Cómo afronta la Policlínica Miramar ese riesgo?
– Creo que estamos en condiciones de ser optimistas porque, en primer lugar, la Policlínica es un hospital que transmite fiabilidad, la misma que inspiran sus profesionales con una larga experiencia en su labor asistencial y con un detalle adicional muy importante: si bien la Policlínica es gestionada por el Grupo Recoletas, los profesionales que trabajan en el centro lo sienten como algo suyo, y aunque muchos de estos médicos son independientes y algunos mantienen abiertas otras consultas, en su práctica diaria demuestran que viven por y para la Policlínica, no se trata de una mera relación contractual. Podemos decir, en este sentido, que nuestros profesionales han desarrollado un fuerte sentido de pertenencia a la Policlínica, creando una dinámica muy positiva basada en la unión de voluntades al servicio de un proyecto común.
De todos modos, creo que la sanidad privada tiende inevitablemente hacia la concentración; si quieres sobrevivir tienes que integrarte en grupos consolidados que a su vez te hacen más fuerte. En el caso del Grupo Recoletas, se trata de un grupo no muy grande que tiene su ámbito de actuación preferente en la comunidad de Castilla-León, donde está muy asentado y donde la presencia de fuertes grupos sanitarios privados es muy notable.
-¿De qué forma condiciona la labor asistencial de la Policlínica la presencia de un importante colectivo de residentes extranjeros?
– En la Policlínica hemos cambiado, durante los últimos años, la filosofía que tradicionalmente se seguía a la hora de atender a los pacientes extranjeros. Antes se captaba a los turistas con problemas de salud mayoritariamente a través de los hoteles, los turoperadores, las playas….y recibían un trato especial y diferenciado. Hoy el proceso es totalmente distinto, ya que llegamos a acuerdos con seguros sanitarios de los países emisores de turistas (Alemania o Rusia, entre otros) para ofrecerles la mejor atención sanitaria si sus clientes precisan de ella durante su estancia en la isla. Desde esta perspectiva, el turista-paciente que llega a nuestro centro porque lo ha enviado su seguro privado tiene derecho a ser tratado como si se encontrase en un hospital de Sttugart o de Londres; de hecho recibe la misma atención que un paciente nacional, sin ningún tipo de distinción.
-¿La apuesta tecnológica continúa siendo uno de los principales pilares de la oferta asistencial de la Policlínica?
– La dotación tecnológica de nuestro hospital es desde luego muy importante, pero evidentemente ya no se incorporan innovaciones tecnológicas en la medida en que se hizo hace años, cuando por ejemplo se introdujo la primera resonancia magnética o el primer TAC. De hecho, hoy sería muy complicado intentar marcar las diferencias entre clínicas en atención, exclusivamente, a su equipamiento tecnológico, porque en realidad todos los centros vienen a tener el mismo, con pequeñas variaciones. En nuestro caso, por ejemplo, vamos a incorporar próximamente un nuevo acelerador lineal de última generación porque es el propio mercado el que nos exige que contemos con una tecnología puntera para desarrollar nuestra labor médica.
-En este contexto tan cambiante de la realidad sanitaria balear, ¿cómo contempla el futuro del sector a medio plazo?
– Creo que la sanidad privada tiene futuro en nuestra comunidad y probablemente su papel será cada vez más necesario en un mercado muy exigente tanto en términos de calidad percibida como de calidad técnica y de eficiencia en el uso de recursos, incluyendo por supuesto la capacidad para ofrecer unos precios razonables. Sería absurdo negar que ese futuro también será complicado y que habrá que hacer muy bien las cosas si queremos disponer de nuestro espacio en este mercado. En cualquier caso, estoy convencido de que la Policlínica dispone de todos los medios para aspirar a seguir ocupando, en el futuro, un lugar de referencia en el sector de la sanidad privada balear.