Eladio González es el presidente de la Cooperativa d’Apotecaris, una institución que intermedia en la distribución de medicamentos entre los grades proveedores y los farmacéuticos, cuyos antecedentes históricos tendrían que buscarse en el Centro Farmacéutico Balear, entidad fundada en 1877. La cooperativa es una pieza clave del sistema sanitario y de su excelencia. Su objetivo es tan fácil de explicar como complejo de lograr: que en todo momento todas las farmacias, lejanas o cercanas, en pueblos o ciudades, estén abastecidas. En una comunidad como la balear ello implica una red de distribución que en esta etapa de la historia sería imposible de gestionar adecuadamente sin la robótica. Un gestión que se ve complicada, cómo no, por la crisis.
P.- Comenzamos, si le parece, con la inevitable alusión a la crisis: ¿Cómo está afectando a la distribución de productos farmacéuticos?
R.- A la distribución está afectando como prácticamente a todo el mundo. La distribución es un eslabón intermedio que permite la accesibilidad al medicamento en cualquier parte y en el cualquier momento. Se nutre de medicamentos comprados a las multinacionales o a los laboratorios y paga esas facturas con el dinero que generan los farmacéuticos. Si los pagos a los farmacéuticos se retrasan los pagos a la cooperativa también se retrasan y aparecen tensiones de tesorería.
P.- ¿Y hasta qué punto han sido perjudiciales estos retrasos en los pagos a los farmacéuticos desde la administración?
R.- Ha habido dos momentos. Meses atrás la situación fue bastante más crítica. El problema es que es muy difícil planificar si la propia administración no te acaba de aclarar cómo va a ser su sistema de pagos, que es lo que sucedió en la etapa inicial de una forma más intensa. Esto generó en un momento dado una falta de liquidez en las farmacias, una falta de liquidez que en parte se traspasa a la Cooperativa y que influye en determinados momentos, creando tensiones de tesorería que se manifiestan a su vez en posibles retrasos en los pedidos. Una situación que hubiera conllevado un riesgo, si se hubiera mantenido en el tiempo, de un desabastecimiento a la población.
P.- ¿Realmente una crisis de pagos desde la administración puede dejar sin medicamentos vitales a las farmacias?
R.- Podría.
P.- ¿No hay un mecanismo de la propia administración para solventar ese problema si se produce?
R.- No. La farmacia tiene la obligación de dispensar los medicamentos. Pero para dispensarlos tiene que ser suministrada. Y para que le suministren tiene que ser pagado el suministro tanto por la farmacia como por el organismo distribuidor que hace de intermediario con el gran distribuidor y atomiza esos pedidos. Si yo no tengo liquidez para pagar a un laboratorio, el laboratorio no me servirá, por mucho que la farmacia quiera dispensar y yo quiera distribuir. El laboratorio no está obligado a suministrar. La legislación está incompleta en estos momentos en ese aspecto. Esperemos que se soslaye, porque está recogido en la ley pero no desarrollado el derecho de servicio de los almacenes de distribución. La ley me obliga a dispensar pero no me da el derecho de ser servido. Lo que queremos es que ley nos dé ese derecho al suministro.
P.- Recientemente se ha realizado un foro de distribución. ¿Qué novedades o temas candentes se han tratado?
R.- En este foro se han comparado los modeles los distribución de los diferentes países de nuestro entorno. También se analizó el futuro, estando todo el mundo muy preocupado por la sostenibilidad del sistema del bienestar, concretamente en lo que se refiere al ámbito sanitario en nuestro caso. ¿Que si nuestro modelo es mejor o peor que el de otros países? Pues yo diría que es de los mejores. Y no lo digo solamente yo, lo dice la OMS respecto del modelo sanitario en España. Es muy superior al de EEUU y al de otros países de Europa. Evidentemente la distribución farmacéutica es pieza clave en ese sistema, lo que llamamos nosotros 'distribución solidaria'.
P.- Un interesante concepto, ¿podría explicarlo?
R.- En estos momentos, en España, la distribución es mayoritariamente de propiedad farmacéutica. Los criterios de servicio y de actuación no son puramente empresariales, sino que son más sanitarios que empresariales. Un ejemplo lo aclara: si yo actuara como empresa pura y dura, estaría encantado de servir a las farmacias de Palma y dificultaría mi servicio a las farmacias de las poblaciones pequeñas de la Part Forana, donde enviar un pedido cuesta dinero. Y sin embargo, gracias a la bondad del sistema, tenemos los mismos tipos de servicio en zona rural que en ciudad: independientemente de dónde se encuentre el pueblo, su farmacia tiene como mínimo dos servicios diarios. Esto, en un sistema puramente economicista sería de locos: a la farmacia de Lluc, por poner un ejemplo, se llevaría un pedido a la semana. Ése es el sistema solidario: se detraen beneficios de las rutas rentables para poder financiar las que no lo son tanto. De ese modo el ciudadano, en este caso el enfermo, está en igualdad de condiciones para acceder al medicamento esté dónde esté. En otros países en los que la distribución es de propiedad privada, priman otros criterios.
P.- Pero aunque el sistema sea tan bueno, la crisis y lo que se ha sufrido con los retrasos de los pagos parece que evidencian la necesidad de alguna corrección por parte de la administración de modo que se dé más margen al farmacéutico para que pueda controlar estos desfases.
R.- El farmacéutico se está viendo abocado a una situación muy difícil. Evidentemente, si queremos seguir teniendo este modelo hay que proteger al último eslabón de la cadena que es la oficina de farmacia. Y la administración tendrá que cambiar sus prioridades a la hora de disponer de los fondos que tenga.
P.- En los últimos años se han hecho varios ajustes a la baja de los precios de los medicamentos. ¿Cuáles han sido las consecuencias?
R.- Se llevan haciendo seis años. De hecho, estamos a un nivel de precios que nos dejan en los niveles más bajos de la Comunidad Europea.
P.- ¿Y eso es bueno o es malo?
R.- Es malo. El precio de los medicamentos tiene que ser una cosa racional. Esta situación ha provocado que algunos laboratorios dejen de comercializar algunos productos porque no les resultan rentables. O que se hayan creado tensiones en ciertas presentaciones de productos. Por ejemplo, algunas amoxicilinas, van envasadas en sobres, que es un tipo de envase más caro. Pues ha habido épocas en que hemos estado desabastecidos porque a los laboratorios no les resultaba rentable fabricarlo. En estos momentos hay medicamentos que valen un euro, menos que un paquete de chicles. No parece que eso sea razonable cuando en otros países de la UE esos precios están multiplicados por 10 o por 12.
P.- Recuerdo que hace tiempo, cuando se hablaba de economía de la sanidad se decía que el éxito del control del gasto farmacéutico es que creciera cada año por debajo del 10%. ¡Pero ahora cada año decrece! ¿Cómo es eso posible?
R.- Pues por las bajadas sucesivas de los precios a los que ha sometido al medicamento la administración. Y eso lleva a que haya laboratorios a los que ya no les están resultando rentables ciertos medicamentos. Y la investigación ha quedado totalmente paralizada en España, con los laboratorios desincentivados por esas bajadas de los precios, aunque afortunadamente muchos de esos laboratorios son multinacionales y España es solo una pequeña parte de su mercado, con los que los efectos son menores.
P.- ¿Y a todo esto, cómo han quedado las políticas de incentivo de medicamentos genéricos?
R.- La administración ha dados pasos hacia delante y pasos hacia atrás. Ha habido momentos en los que se ha incentivado muchísimo el uso de genéricos. A mi me parece bien. No veo porqué la administración tiene que pagar por la misma cosa un precio más caro pudiéndose suministrar algo exactamente igual a un precio menor. Parece que últimamente se ha abandonado esa política de protección al genérico y se ha vuelto a potenciar el medicamento de marca dado que éste ha igualado precios con el genérico.
P.- ¿Y que opina de la unidosis, las dispensaciones con nombre y apellidos y número de pastillas para cada paciente?
R.- Eso pertenece más al sector de la farmacia que al de la dispensación. A la distribución le da igual traer los medicamentos de un modo u otro. El problema, si esos sistemas se gestionan mal, lo tiene el último eslabón, que es la farmacia. Como farmacéutico le diré que la unidosis tendría sentido cuando se trata de un principio activo muy caro, mal dimensionado en sus cajas de origen. Y que eso provocase que gran parte de ese producto se desechase porque acabara por sobrar. Eso es lo que se podría optimizar con sistemas de unidosis. Pero sorpresivamente se ha aplicado en paracetamol, ibuprofeno y algunas presentaciones más. Los dos primeros son productos cuyo precio ya ronda lo ridículo. Si yo puedo vender 20 unidades de paracetamol a 20,80 céntimos, ya me dirá qué ventaja voy a tener fraccionando eso en dosis para dos o tres días, cuando además tengo que manipularlo, acondicionarlo y adjuntar un prospecto. No sé qué me voy a ahorrar. Yo creo que esto encarece. Creo que aplicar ese sistema así es un despropósito. Cuando se puso en marcha la ministra de turno, contra las cuerdas, dijo que más que un sistema de ahorro era de educación sanitaria. No se ha puesto prácticamente en marcha. Creo que es una medida absurda.
P.- La cooperativa cumple 30 años…
R.- Sí, aunque en realidad como empresa lleva muchos más. Entonces se cambia de sociedad anónima a cooperativa. ¿Qué como ha cambiado en todos estos años? Pues desde el primer vehículo de transporte de medicamentos, que lo hemos restaurado y exhibimos, con tracción de bicicleta, que alcanzaba su máxima velocidad bajando por la Cuesta de Conquistador, hasta una flota que en estos momentos cubre 20 rutas, haciendo cada ruta cuatro veces al día, recorriendo 5.000 kilómetros. Con una robotización sumamente cara, que permite organizar a la perfección el número de líneas y pedidos.