El cirujano Josep Noguera y el digestólogo Carles Dolz dirigen el Instituto Médico Quirúrgico de Son Llàtzer, que aúna ambas especialidades para proporcionar un tratamiento conjunto al paciente
El Instituto Médico Quirúrgico del Hospital Son Llàtzer responde plenamente al nuevo modelo de gestión clínica que, progresivamente, se está implantando en el mapa sanitario balear. Fundamentalmente, el objetivo es aunar la acción de dos especialidades (en este caso, la cirugía y la digestología) para brindar, de esta manera, una atención más global, cohesionada y próxima al ciudadano. Los doctores Carles Dolz, especialista en digestología, y el cirujano Josep Noguera son los directores de este nuevo organismo, que dio sus primeros pasos hace ahora seis meses.
P.- ¿Qué finalidades se persiguen con la creación del Instituto Médico Quirúrgico de Son Llàtzer?
Carles Dolz.- En realidad, se trata de una cuestión de sentido común. Con el modelo antiguo, el paciente debía recurrir a servicios diversos que, pese a tratar la misma patología, funcionaban, en cierta manera, como compartimentos estancos. Esta circunstancia alejaba al enfermo de los especialistas que cuidaban de su salud y, desde luego, restaba eficacia a la intervención médica, ya que es un sistema que carece de la suficiente transversalidad.
P.- En el caso de Son Llàtzer, el Instituto agrupa las especialidades de digestología y cirugía. ¿Por qué, concretamente, se han elegido estos campos de la medicina?
Josep Noguera.- La verdad es que, en el futuro, este modelo se irá extendiendo a otras vertientes de la práctica clínica. Al menos, esa es la idea, porque así lo marcan los procedimientos que se están introduciendo en el trabajo en hospitales. Ahora bien, al referirnos a la digestología, hay que tener en cuenta que abarca algunas de las patologías más recurrentes en la población, desde el cáncer colorrectal hasta la litiasis biliar, por exponer solo algunos ejemplos. Por otro lado, estamos hablando de enfermedades que precisan, necesariamente, de la intervención del cirujano. En este sentido, la pretensión del Instituto es que, desde el momento de las primeras pruebas diagnósticas hasta que se produce la operación quirúrgica y la posterior rehabilitación, el usuario se halle atendido por un mismo equipo de profesionales y especialistas, evitando cualquier tipo de derivación.
P.- Cabe entender, por tanto, que el Instituto se halla integrado por cirujanos y especialistas en digestología que actúan conjuntamente…
J.N.- Sí, pero también por especialistas de otros campos, como la radiología, la oncología, la patología o la enfermería. En estos casos, los servicios del Hospital Son Llàtzer han cedido al Instituto un número determinado de estos profesionales que colaboran de manera fija y permanente con nosotros. Desde este punto de vista, debe afirmarse que el Instituto cuenta con una plantilla estable de especialistas.
P.- Después de seis meses de funcionamiento, ¿qué balance puede realizarse de los resultados concretos obtenidos por este nuevo modelo?
C.D. – No hay resultados específicos todavía, pues ha transcurrido un plazo de tiempo muy escaso. En cambio, a lo largo de este medio año de actividad, el Instituto ha realizado grandes progresos en el diseño de sus objetivos y su plan de intervención. Así, se han establecido diversas áreas de intervención que, básicamente, podríamos dividir en tres: la atención a la patología del colon, incidiendo de manera especial en el aspecto de la prevención de este tipo concreto de cáncer; en segundo lugar, el tratamiento de una enfermedad de gran recurrencia, como es la litiasis biliar, con la finalidad de reducir las necesidades de ingreso hospitalario por esta patología gracias a la aplicación de las nuevas técnicas de intervención; y, por último, el impulso al área de de docencia e investigación. El esfuerzo conjunto que representa el Instituto en todos estos ámbitos está proporcionando ya frutos positivos.
P.- Hablaban ustedes, anteriormente, de la litiasis biliar, pero, además de esta, ¿cuáles son las patologías más comunes que reciben tratamiento en el Instituto Médico Quirúrgico de Son Llàtzer?
J.N.- Por supuesto, deberíamos hablar de las hernias, las eventraciones, la hepatitis crónica y, por supuesto, las patologías del colon, en especial el cáncer colorrectal. Es una enfermedad de la que, generalmente, se asegura que tiene mejor pronóstico que otras patologías oncológicas. Y es cierto, claro, pero no debemos restar importancia a sus elevadas cifras de incidencia.
P.- ¿Y cuáles son?
C.D.- Para hacernos una idea basta con decir que de todos los cánceres digestivos, entre los que deberíamos incluir el de páncreas, el de esófago y el de estómago, el 55 por ciento de diagnósticos corresponden al cáncer colorrectal, es decir, más de la mitad de los casos. Si realizamos un cómputo general de la población, hombres y mujeres, es el cáncer con mayor tasa de incidencia, por encima del de mama, que ocupa el primer lugar si contabilizamos solo a las mujeres, y el de pulmón, que ataca principalmente a los varones.
P.- La buena noticia, en cambio, es que las expectativas de curación son más halagüeñas que las presentadas por otras enfermedades cancerosas…
J.N. Sí, así, es, y ello obedece a dos razones. Primero, porque cada vez están más instauradas las pruebas de detección precoz para localizar la formación de un cáncer colorrectal con el tiempo suficiente para proceder a una intervención que garantice la curación; y, segundo, gracias a los extraordinarios avances obtenidos en el ámbito de la intervención quirúrgica y las técnicas terapéuticas.
P.- Ya que han mencionado ustedes la importancia del diagnóstico precoz, ¿qué sectores de la población deberían someterse a una prueba médica colorrectal?
C.D. – Muy sencillo: todo el mundo, a partir de los cincuenta años. Ahora bien, existen determinadas circunstancias que hacen aconsejable adelantar en algún tiempo la prueba. Una de ellas, muy a tener en cuenta, son los antecedentes familiares. Los estudios epidemiológicos realizados hasta la fecha han logrado establecer una clara asociación entre el desarrollo de un cáncer colorrectal y un diagnóstico de las mismas características en la familia del paciente. Por otra parte, las personas que, en algún momento, han sufrido una colitis ulcerosa deben tomar también precauciones especiales.
P.- Sin embargo, uno de los obstáculos que los usuarios argumentan a la hora de someterse a este tipo de pruebas es la dificultad o incomodidad de las mismas. Es un factor que, si me permiten la expresión, echa para atrás…
C.D. Desde luego, y además es razonable que así sea. Imagino que usted está hablando de pruebas como la colonoscopia. Y es cierto que para el paciente supone un procedimiento incómodo y desagradable. Por este motivo, es imperiosamente necesario que la medicina vaya eliminando estas dificultades. En Son Llàtzer ya lo hemos hecho: en nuestro hospital, las colonoscopias se llevan a cabo con el paciente completamente sedado. Eso significa que no siente ningún tipo de dolor, y la prueba puede desarrollarse con absoluta normalidad.
P.- Estos son los avances en el campo del diagnóstico, pero ¿qué podemos decir de la cirugía?
J.N. También en este terreno el camino que se recorre invita al optimismo gracias a la utilización, cada vez más generalizada, de la laparoscopia, una cirugía mínimamente invasiva que facilita extraordinariamente la calidad de la intervención y la comodidad del paciente. En cualquier caso, una intervención para operar un cáncer colorrectal ha de tener en cuenta muchos factores antes de determinar cuál es el procedimiento más adecuado. En ello ejerce una gran influencia el estado del paciente, y la posible coincidencia de otras patologías. Igualmente, es fundamental la fase o estadio en que se halle el tumor.
P.- Para finalizar, si les parece, hablemos de investigación y docencia, que, como ustedes apuntaban, es otra de las áreas o acciones que forman parte del funcionamiento del Instituto. ¿En qué proyectos concretos están trabajando?
J.N.- El Instituto tiene la fortuna de contar, aquí, en Son Llàtzer, con un grupo propio de investigación que pertenece al IUNICS y que aborda el campo de la investigación básica. Además, disponemos de un recurso altamente efectivo, como es el Quirófano Experimental, que gestiona íntegramente el Instituto y presta apoyo a otros grupos de investigación de dentro y fuera de Baleares. Por otro lado, Son Llàtzer es un centro hospitalario de referencia en el campo de las intervenciones a través de orificios naturales, cuyo principal objetivo es aprovechar determinadas zonas del cuerpo humano, ya sea la vagina, el ombligo o cualquier otra, para evitar las cicatrices. Precisamente, esta es la gran línea estratégica de la cirugía del futuro: hacer posible, cada vez más, que el paciente pueda someterse a una intervención y que no le quede ni cicatriz ni marca de la misma.
P.- De hecho, el pasado viernes llevaron a cabo en Son Llàtzer una jornada docente que abordó estos y otros aspectos de la cirugía y también la digestología.
C.D. – Sí, fue en un acto docente abierto a la participación de otros hospitales de las islas en el que tratamos de conjuntar la actividad que se lleva a cabo en ambas especialidades. En una primera parte, se debatieron cuatro casos médicos dilucidando si la mejor opción en cada uno de ellos era la cirugía o la endoscopia; en un segundo momento, los participantes se dividieron entre los quirófanos y la sala de endoscopias para asistir a actuaciones médicas concretas; y, por último, volvimos a reunirnos todos para aplicar técnicas conjuntas en animales de experimentación. Como ve, todo muy transversal, como es, de hecho, la filosofía del Instituto Médico Quirúrgico del Hospital Son Llàtzer.