Ramón Rotger Regí es médico especialista en radiodiagnóstico y subespecialista en neuroradiología y cardioradiología. Tras años formándose y tras haber trabajado como médico adjunto en el Sant Pau de Barcelona, ha vuelto a la Clínica Rotger, la clínica de sus padres, doña Rosa María Regí y don Fernando Rotger, en la que combina la actividad asistencial y la gestión. Cuarta generación de una saga de médicos legendaria, trabaja codo con codo con dos grandes gestores que son toda una institución en la sanidad balear.
P.- ¿Cómo fueron sus comienzos profesionales?
R.- Me formé en la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra en 1994. Luego me fui a Oviedo a preparar el acceso al MIR. De allí me fui a cursar la residencia de Radiología a Barcelona, en la Clínica Dexeus, con el doctor Palacio. Allí, en cuatro años, abarcas el estudio de la anatomía y patología del cuerpo humano, desde la coronilla a la planta de los pies, además de tener que dominar las técnicas diagnósticas actuales.
P.- O sea, que se le hizo corto.
R.- Quería formarme más, de modo que cuando acabé, vistas todas las especialidades y que la que más me interesaba era la neuroradiología, me fui al Hospital de Santa Pau, también en Barcelona, con el doctor Ruscalleda, donde a lo largo de tres años más me especialicé en esta rama, que estudia el sistema nervioso central y la médula espinal. Pero como sabía que algún día volvería a Palma, a la Clínica Rotger, y que aquí hemos potenciado mucho la Radiología Cardíaca, aprovechando que en el Sant Pau hay un equipo muy potente en esta área, me formé también en este campo, con el doctor Pons y el doctor Carreras.
P.- Dos especialidades interesantes.
R.- Sí, soy neuroradiólogo y radiólogo cardíaco. Me gusta decir que me dedico a la mente y al corazón, aunque si los intestinos no funcionan…
P.- La radiología es una especialidad médica que ha experimentado grandes avances tecnológicos.
R.- Efectivamente, en este campo siempre la gran novedad es la tecnología. Pasa como con los ordenadores, te compras el último modelo que lo hace todo y a los pocos meses ves en la tienda uno mucho mejor, más avanzado. En la actualidad disponemos de unos aparatos de diagnóstico por imagen de alta resolución que nos permiten ver el organismo como antes sólo se veía en las láminas de anatomía y que ahora podemos ver en el paciente vivo. Esto ha repercutido en una gran demanda de estas pruebas por parte de los clínicos.
P.- Digamos que para curarse en salud.
R.- Es normal que los médicos cada vez se apoyen más en estos procedimientos para hacer su diagnóstico. Este auge de la Radiología ha conllevado también un mayor ‘intrusismo’ (lo digo entre comillas) de especialidades cada vez más interesadas en estas herramientas, y cuyos especialistas se empiezan a formar en nuestro campo. Cirujanos vasculares, neurólogos, cardiólogos… habrá que buscar un punto en común.
P.- ¿Y cómo hacerlo?
R.- Quizás cambiando las antiguas estructuras basadas en especialidades estancas, por estructuras interdisciplinares agrupadas por áreas de conocimiento. Son los llamados institutos, áreas funcionales donde se integran diferentes especialistas, y que también estamos introduciendo en la Clínica Rotger.
P.- Hablemos de la neuroradiología.
R.- El neuroradiólogo es un profesional de la radiología que se dedica a estudiar el sistema nervioso central y el periférico, básicamente el encéfalo y la médula. Sucede que cada día se vive más y eso hace que cada vez aparezcan más enfermedades neurodegenerativas, por un lado y vasculares, por otro, con el Ictus como patología predominante. También es importante el auge de enfermedades que afectan a la columna vertebral.
P.- Supongo que una de las enfermedades que estudian y que les preocupa más es el Alzheimer.
R.- Efectivamente. Hay un gran interés en las enfermedades neurodegenerativas, sobre todo en su posible diagnóstico en estadios iniciales.
P.- ¿A qué nivel están los avances en este ámbito?
R.- Dicho de una manera sencilla, se está trabajando sobre estudios poblacionales en los que se comparan cerebros de individuos sanos y de individuos que presentan estadios iniciales de la enfermedad, para valorar los pequeños cambios existentes y lograr, espero que en un futuro cercano, herramientas de diagnóstico precoz.
P.- También han avanzado mucho en el ámbito de los accidentes vasculares.
R.- Así es. Hace 40 años al neurólogo le llegaba un paciente con un Ictus y prácticamente lo único que podía hacer era ponerle un suero y esperar a ver cómo evolucionaba. Hoy en día hay terapias como la fibrinolisis intravenosa o intra arterial, y procedimientos de extracción mecánica del trombo, que han cambiado este panorama. El radiólogo juega un papel esencial, ya que el neurólogo necesita un test rápido (recordemos que ‘time is brain’, ‘tiempo es cerebro’) que le diga si hay un accidente cerebro vascular, dónde se ha producido, si es extenso, si se le pueden dar medicamentos fibrinolíticos o están contraindicados. Mucha gente se ha podido beneficiar de estos procedimientos diagnósticos y por ello hay muchísima demanda.
P.- ¿Y en lo que al cáncer se refiere?
R.- Ésa es quizás la gran frustración. Hoy en día disponemos de grandes técnicas diagnósticas que nos permiten ver tumores milimétricos que antes no se detectaban. Aunque obviamente los tratamientos antitumorales han mejorado mucho, hay que tener especial cuidado sobre el cerebro y médula espinal, ya que por su propia importancia no permiten terapias muy agresivas, y los avances son más lentos.
P.- Explíquenos las herramientas fundamentales en la neuroradiología.
R.- Básicamente, el TAC y la Resonancia Magnética (RM). La gran ventaja del TAC es la inmediatez. En menos de 30 segundos adquirimos imágenes de todo el cerebro. Muy útil para pacientes que no pueden esperar por su gravedad. Las desventajas son que irradia (utiliza rayos x) y que discrimina peor los tejidos. En el caso de la irradiación se ha suscitado un debate sobre si el incremento del número de TACs en estos últimos años se asocia a un aumento de enfermedades radioinducidas. Los trabajos publicados hasta la fecha no son concluyentes. La dosis utilizada con estos aparatos es pequeña, y se necesita una gran exposición a la radiación para que aumente significativamente el riesgo para la salud. Como radiólogo opino que nadie debe dejar de realizarse un TAC por miedo a la radiación, si este TAC está bien indicado.
P.- La otra gran herramienta es la RM.
R.- En neuroradiología la RM es más sensible y no irradia. La desventaja es que necesita más tiempo y más colaboración del paciente, ya que es una exploración en la que se tiene que estar quieto y que dura un mínimo de 15-20 minutos. Tampoco podemos obviar el papel de la ecografía, aunque es menor en este campo, ya que los ultrasonidos no penetran en el cráneo. Su uso se limita a los bebés que aún tienen las fontanelas abiertas, y en algún otro caso en personas adultas. Y, eso sí, al estudio de las arterias carótidas en el cuello, una prueba muy demandada para ver si hay estenosis.
P.- ¿Y en lo que respecto a la cardiología?
En este campo el escáner es ideal para la patología coronaria. Los TAC multicorte de 64 coronas permite adquirir imágenes del corazón en 10 a 15 segundos y obtener una imagen válida para tomar una decisión terapéutica. El TAC coronario permite estudiar el árbol coronario, que irriga el corazón, si hay estenosis, si hay calcio, u otro tipo de anomalías vasculares. Antes este estudio sólo se podía realizar con procedimientos invasivos, más largos y molestos. Con todo, el TAC no ha sustituido como método diagnóstico a la arteriografía invasiva, ya que ésta tiene mayor resolución y no se ve limitada por factores como la frecuencia cardiaca y la existencia de arritmias.
P.- Veo que los papeles se reparten de otro modo en la cardiología.
R.- Aquí el TAC es sinónimo de anatomía. Adquieres estudios anatómicos impresionantes. La RM en cambio es sinónimo de función cardíaca: no tiene el detalle anatómico del TAC, sobretodo a nivel coronario, pero sí tiene una mayor resolución temporal, por lo que es ideal para valorar cómo se contrae el corazón, la existencia de infartos, inflamaciones cardiacas y patología valvular. En cardiología la ecografía sí juega un papel muy importante, pero es una técnica que normalmente utilizan los cardiólogos, no los radiólogos.
P.- ¿Qué futuro espera poder desarrollar en la Clínica Rotger?
R.- Dentro del campo radiológico siempre hemos intentado tener la última tecnología. Pusimos el primer TAC multicorte de 64 coronas y el primer aparato de litotricia extracorpórea, disponemos del único PET en la isla y de la RM privada más avanzada, y somos pioneros en los estudios funcionales cerebrales en el ámbito privado. Tenemos además un gran capital humano. No es frecuente que en un hospital privado haya cinco radiólogos con dedicación exclusiva, a los que hay que añadir el radiólogo pediátrico y los radiólogos intervencionistas, incluyendo un equipo del Hospital Clínic de Barcelona.
P.- Usted es la cuarta generación de una familia de médicos. Y ha vuelto a Palma.
R.- Sí. Tenía una buena plaza de adjunto en el Sant Pau, difícil de conseguir. Me pude quedar, pero tenía claro que volvería. Y eso que mis padres siempre han sido muy sinceros conmigo y me han dado absoluta libertad para elegir.
P.- Debe infundir mucho respeto ser la cuarta generación de una familia como la suya, con un legado como el suyo.
R.- Sí, pero cuando lo vives desde la infancia, lo tienes interiorizado. De hecho, además de estudiar medicina me formé en gestión en el ESADE, porque ya digo que sabía que iba a volver a Palma, a la Clínica Rotger. Pero es cierto, cuando uno lo piensa fríamente, da respeto llegar a la gestión de un lugar como éste en el que trabajan más de 450 personas. Para mí es toda una oportunidad, además, poder trabajar con mis padres, los dos en activo y trabajando conjuntamente. Las reuniones de trabajo son impagables: cuando los escucho, cuando los veo enfrentarse a los problemas, solo puedo callar y tomar nota mental.
P.- ¿Quería ser médico desde pequeñito?
R.- Cuando a los 17 años estaba haciendo COU me planteé que quería ser cualquier cosa menos médico; supongo que era una reacción normal a estar toda la vida en un entorno médico. Pero cuando me pregunté qué quería ser de verdad vi que no tenía otra respuesta. Mi hermana también es médico. Y eso que mis padres nunca nos han presionado, aunque naturalmente, se alegraron.
P.- ¿Tiene recuerdos de su abuelo, el famoso doctor don Ramón Rotger Moner?
R.- Pocos. Murió cuando yo era muy pequeño, por lo que si me acuerdo de él es por las fotos y retratos que existen. Recuerdo que era muy serio, que infundía mucho respeto, pero también decían que en privado tenía un gran sentido del humor.
P.- ¿Y qué me dice de sus padres?
R.- Que admiro cómo se compenetran. Mi madre es más activa, es una fuerza de la naturaleza, ve las cosas, es muy intuitiva. Mi padre es más introvertido, tiene una gran inteligencia analítica y es un gran médico. Son la combinación perfecta.
P.- La Clínica Rotger es un centro privado, pero de alguna manera especial.
R.- Así es. Aquí nuestro gran activo son los pacientes. Es duro visitar un hospital, por las circunstancias que eso implica, y aspiramos a hacer su estancia lo más satisfactoria posible. Ello implica también a los profesionales que trabajan aquí. Si alguna ventaja tenemos es que no hemos de responder ante un consejo de accionistas. La gestión es muy flexible. Si viene un profesional y nos convence de que hay que hacer un cambio o una inversión que mejorará la asistencia, y vemos que es posible, se hace rápidamente.
P.- ¿Cómo ve el sector sanitario en Baleares en estos momentos?
R.- En estos 15 últimos años ha cambiado mucho. Antes había un hospital público de referencia, Son Dureta y unos centros privados. Ahora, además, están los hospitales de Son Llàtzer, Manacor e Inca y Son Dureta se traslada y amplía sus instalaciones. De modo que hay mucha más competencia. Sin embargo, le diré que aunque se tenga la tentación de fijarse en los demás eso solo sirve si uno no funciona. Nosotros seguimos nuestra línea.
P.- ¿Cómo le gustaría que fuese la Clínica Rotger dentro de 20 años?
R.- Un centro del que los pacientes estuvieran satisfechos y donde los profesionales, desde el primero al último, estuvieran orgullosos de pertenecer a él.