Está todo inventado. Solo se trata de copiar lo bueno que otros hacen. No olvidemos el objetivo: generar buenos profesionales médicos. Bien preparados, bien entrenados y adaptados al nuevo paciente que nos llega a las consultas. Paciente bien informado, exigente, sabedor de sus deberes y de sus derechos, comprometido y corresponsable con el tratamiento y que exige una relación médico- paciente horizontal y donde su autonomía y sus valores sean reconocidos. No debemos caer ni repetir los ‘errores’ que lastran de forma endémica la dinámica universitaria: endogamia, nepotismo, amiguísimo, politización, apriorismos ideológicos… No se implanta la Facultad de Medicina para que los intereses particulares, por otra parte legítimos, se puedan satisfacer . Ni para saciar los egos . Ni por supuesto para calmar y contentar grupos de presión de la UIB, que no tiene que ver con la Facultad de Medicina ni con los médicos.
Los estudiantes y los ciudadanos deben de prevalecer sobre maniobras orquestales en la oscuridad de determinado lobby de la UIB para desempeñar su actividad docente. No toca. Sería una lástima, incomprensible y será motivo de debate el que determinadas asignaturas que se van a impartir sean dadas por profesionales cuyo ámbito docente no es el ámbito médico. Tenemos buenos biólogos, bioquímicos, químicos, médicos clínicos e investigadores, expertos en salud pública y sobre todo gestión clínica que pueden perfectamente impartir toda la materia docente de primero.
Y si no traemos de fuera a algún docente. La gestión clínica es clave en el nuevo profesionalismo médico donde el liderazgo médico es incuestionable y reconocido globalmente.
Tenemos competencia, capacidad, conocimientos, ciencia, conciencia, responsabilidad y exigencia ética. Los médicos sabemos complementarnos con otros profesionales sanitarios desde el enfoque biopsicosocial y el abordaje multidisciplinar. Ahora bien esta complementariedad o sinergia, en bien del paciente, exige un respeto escrupuloso de las competencias y de los límites de cada profesional. No puede haber confusiones en este aspecto. Lealtad, respeto, tolerancia.
Defender nuestro profesionalismo, competencia y asumir nuestro liderazgo no es el ‘manido y simplificador corporativismo’. Queremos que los docentes sean buenos clínicos, buenos investigadores, expertos profesores en biología, bioquímica, física, matemáticos y con gran capacidad pedagógica.
Y por supuesto deben de ser médicos quienes impartan la gestión clínica a los futuros médicos, tal como se hacen las facultades de medicina de todo el Estado. No se entendería ni sería razonable que no fuera así. Los experimentos con gaseosa y en verano. La UIB debe de tenerlo claro, así como la decana Margarita Gili y el comité asesor. ¡Ah! Y es paradójico y sorprendente de que todavía no está establecido el departamento de Medicina.
La dinámica interna y la homeostasis grupal y los conflictos de poder de la UIB no debe de escenificarse en la selección del profesorado de Fa facultad de Medicina de les Illes Balears. Nos jugamos mucho.