Miguel Lázaro Ferreruela.- Las políticas sanitarias hay que adaptarlas a las necesidades reales de los ciudadanos y hoy, qué duda cabe, el potenciar y desarrollar el espacio sanitario de nuestra comunidad es el objetivo prioritario de la Conselleria. Nuestra demografía y la atención a los más vulnerables y a los más discapacitados deben marcar la proa de la gestión sanitaria pública. En este marco de austeridad es en este ámbito donde no deben aplicarse los recortes. La equidad social es priorizar los recursos en el ámbito sociosanitario. Ahora bien aunque los orígenes fueron convulsos, difíciles y complicados hoy podemos hablar de consolidación y de auge en el futuro.
Hace ahora aproximadamente un año en que el Govern rectificó y paralizó el cierre de los hospitales Joan March y Hospital General. La sociedad civil, los vecinos de Bunyola, los profesionales de ambos hospitales y las organizaciones sindicales teníamos muchas razones para empecinarnos radicalmente en que teníamos la razón. Y como no, la racionalidad se impuso. El tiempo y los hechos, jueces implacables, nos han dado la razón. La mediocridad política imperante volvió a recuperar el mantra “solo aciertan cuando rectifican”. Solo subrayaban lo obvio, es lo que hacemos todos de forma recurrente en nuestras vidas. Solo desde el desustanciamiento y la megalomanía omnipotente se sueltan semejantes paridas que deberían ser criterio de exclusión de la vida política por su insoportable levedad. Por cierto lo del PSIB con Son Espases fue mucho peor ya que fue aderezado con gotas de mitomanía, premeditación y alevosía. Las memorias selectivas y parciales así como la amnesia están inscritas en el ADN y en la cartografía neuronal de esta clase política. Ahora bien, analicemos el contexto en el cual se decide cerrar ambos hospitales. El escenario económico era lindando a la quiebra. El pufo sanitario que dejo el Dr. Thomas era de órdago a la grande. En su gestión hubo hits sublimes: el gasto compulsivo sin pagar ni a Deu, el by pass de cien millones de euros de la conselleria de salud a la caja one del Sr. Manera y el hilarante traslado a Son Espases, que se estudia actualmente en Harvard con el programa Millenium, ¿quiénes son los responsables de la elección de semejante bodrio informático?, ni Monty Pyton en sus momentos estelares. Hay que reconocerle que legó a Marti Sansaloni la metodología para hacer más soportable la lista de espera: gastar 36 millones de euros en derivaciones a la privada y en la auto concertación. Niegan el pasado, no afrontan el presente y quieren volver a oKupar el futuro. Sobran la sobreactuación y la impostura con la que se rasgan las vestiduras en el teatro del Parlament. Un poco de respeto a la tragedia griega. ¿Qué recortes hubieran hecho un nuevo Govern de personalidad múltiple si no hubieran perdido las elecciones? Chi lo sa. Pero dejando a un lado la especulación hay que abordar la actuación de este Govern. La primera etapa sanitaria se asemejó a “Resacon en Las Vegas”. La Conselleria de Economía fagocitó a la de Salut. Orden: hacer un lifting y poner a dieta casi caquéxica al Ib-Salut. Dominaban, ante el déficit que había, los recortes lineales en todo el ámbito sanitario. Amputación sin anestesia. Craso error: confundieron precio y valor. Es entonces, en los estertores de la consellera Castro, cuando los profesionales, los ciudadanos vigilantes (destacando la romería reivindicativa de los vecinos de Bunyola) trazaron la línea roja que no había que traspasar. El nuevo conseller, el Dr. Mesquida, cuya personalidad y biografía no se ajustaban al canon político imperante en el Govern, en su fugaz estancia fue muy fértil ya que se opuso radicalmente a la mayor chapuza sanitaria del mundo mundial: el cierre de los dos hospitales. Abogó por la optimización y mejorar la eficiencia en la gestión. Posteriormente el actual conseller, Marti Sansaloni y Miquel Tomás lideraron junto a un renovado y excelente equipo, un etapa nueva: stop a Gesma y nuevo modelo de gestión. Miquel Costa, director de Recursos Humanos, sin hacer ERE sanitario, ha reorganizado funcionalmente el mapa sociosanitario, adscribiendo el hospital Psiquiátrico y el Hospital General a Son Espases y el Joan March a Son Llatzer. Tras el año transcurrido el magnífico quehacer de ambos hospitales se revela en los datos: más eficiencia en la gestión y estándares de calidad superiores. Calidad y calidez asistencial. Mereció la pena la lucha por su continuidad. Los profesionales lo agradecen de la mejor manera posible: trabajando más y mejor. Toma ejemplaridad y compromiso. He aquí los hospitales más eficientes de nuestra Comunidad El Joan March es la sinapsis del cielo con Mallorca y viceversa y en el Hospital General se construyen diariamente autopistas de dignidad por donde transitan la vulnerabilidad y la indefensión de los pacientes cuyas biografías están llegando a su fecha de caducidad. El acompañamiento terapéutico que realizan a los enfermos y a sus familias es inmejorable. Por eso son las joyas de la corona de las que nos sentimos muy orgullosos. Chapeau a la rectificación. Solo espero, que para que no haya que hacerlo de nuevo, Marti Sansaloni , a pesar de la nueva agresión, que es la nueva e injusta financiación, no imponga el copago hospitalario , que la prescindible Mato se ha sacado de la manga. Está claro que es más fácil querer a los ideales que a las personas.
3 comentarios. Dejar nuevo
Brillante!
Gracias, Lectora. Nos alegra que te guste 🙂
Jo !!! pues a mi me parece un rollo tremendo !!!