Lo anunciamos ya muy entonces, cuando era un recaudador banal de la subvención pública, cuando se hacía el documentalista como quien se hace la rubia. Hicimos la autopsia de sus producciones precisamente en Ib3 televisión una noche, y nos preguntamos por qué cojones tenemos que pagar de nuestros bolsillos sus producciones, sus cortos y sus documentales, eso que ellos dicen que es cultura. Nadie subvenciona a un modisto, a un cocinero o a un bisutero, pero por fin sabemos los porquéses de Jarabo y de su cía. Le salieron los dientes porque se los subvencionaron, y claro, así le ha crecido el pelo y el resto de las faneras, de lo público, de lo nuestro. Nos debe las uñas.
Pongamos que todo es una casualidad irresistible, de esas que tiende a causalidad. Pongamos que es una terrible casualidad que Jarabo vendiera las acciones de su productora, Quindrop, exactamente cuando inició su carrera política como podemita, exactamente en el mismo momento en que la empresa empezó a generar mayores beneficios. ¡Mira que es mala suerte que se forren los que fueron tus socios mientras tu te quedas fuera de la guita!. Y precisamente estando en la comisión de control de Ib3, de la empresa pública de la que cobra su ex, y viendo cual tortura, día sí y día también, como le crecen los enanos y los emolumentos a tu circo. Cómo de casual debe ser la cosa, que la mujer del míster, Marta, trabaja para esa empresa. Tan casual ha resultado ser, tanta casualidad se ha destilado, que el actual director de Ib3 televisión, nombrado por Manresa, Juan Carlos Martorell, no sólo trabajó para esa productora sino que lo hizo también en la campaña de Podemos gracias a la cual Jarabo cobra cinco mil euros mensuales. Si es que hay causalidades que matan.
La verdad es que la casualidad es la comidilla de los pobres, se ceba sin piedad con los que no tienen dónde caerse muertos. Vives de las subvenciones públicas racaneando toda tu vida y haciéndote un podemita de bien, vives dando clases permanentemente sobre la ética ajena, y justo justo cuando pisas moqueta política resulta que el tío al que le vendiste las acciones de Quindrop, José González Bordas, es otro podemita que iba en la lista de Antonia Martín pretendiendo liderar Son Palma en sus recientes elecciones.
Si todos estos salvapatrias querían montar una sucursal de anticorrupción en el Parlamento ya saben dónde montarla. Algún sitio debe quedar entre el cielo de su escaño y el infierno de la aparente decencia que nos prometió. Si se puede, sí. La verdad es que sí que se podía, sí.